LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Ana Jara, ¿candidata presidencial?
¿Qué futuro político le espera a la PCM si logra frenar la polarización?
Las declaraciones de Ana Jara, jefa del Gabinete, en el sentido de que si el Congreso le solicita ella estaría dispuesta a afirmar ante el recinto parlamentario que una eventual candidatura de Nadine Heredia no está permitida por la legislación electoral es un hecho que cambia radicalmente el escenario político. Semejante compromiso o contrato legal y constitucional que asumiría la señora Jara evaporaría definitivamente las suspicacias acerca de que la posible reelección conyugal ha sido encarpetada en búsqueda de mejor momento político. Cualquier violación de ese pacto político significaría romper un compromiso asumido ante la asamblea que representa a la pluralidad de la democracia y sin la cual no es posible hablar de una sociedad abierta. Luego de ese acuerdo, cualquier zarpazo autoritario sería demasiado evidente para todos los peruanos.
Pero, ¿por qué la señora Jara se ve obligada a comprometerse en esos términos? Por la sencilla razón de que, no obstante los problemas y el descrédito institucional, nuestra democracia comienza a envejecer y las instituciones empiezan a hacer su trabajo. Tres procesos electorales sin interrupciones han permitido el surgimiento de una oposición y una actividad legislativa que, si bien es deficiente en muchos aspectos, demuestra un celo extremo en la defensa de la pluralidad y la alternancia del poder. ¿A qué nos referimos?
Ante la permanente intromisión de la señora Nadine Heredia en la función ministerial, el Legislativo le negó el voto de investidura al gabinete Cornejo en primera votación. El mensaje era clarísimo: hay una línea que no se puede cruzar y un tema sobre el que no funcionan la componenda y el cuoteo parlamentario. Ese trazo y ese asunto, obviamente, es la reelección conyugal. El mensaje del Legislativo ha sido tan contundente que debemos alegrarnos por el Parlamento y la propia oposición.
Ante la eventualidad de que se le negara el voto de investidura a un segundo gabinete del régimen humalista se desataría una crisis de gobernabilidad. Algunos interpretarían que la negativa al gabinete Cornejo debería sumarse a la contabilidad democrática y, entonces, la figura constitucional de la disolución del Congreso por la censura de dos gabinetes estaría planteada en la agenda política.
Claro que habría espacio para el debate, porque el gabinete Cornejo recibió la confianza parlamentaria en segunda votación, pero es evidente que nadie desea llegar a ese abismo negro. Ni el régimen ni la oposición parecen querer jugar con demasiado fuego y de allí ese bálsamo reparador que representa la declaración de la señora Jara sobre la reelección conyugal.
Pero las aseveraciones de la jefa del Gabinete y la voluntad de conversar con la oposición, incluido, el propio Alan García, ubican a Jara como una líder indiscutible del nacionalismo en el escenario nacional. ¿Acaso el hecho de no tener una figura alternativa a Heredia no era un problema central en el humalismo? ¿El protagonismo de Heredia acaso no se explicaba porque había que mantener la cohesión nacionalista? Bueno, pues, si la señora Jara logra semejante pacto en el Legislativo y termina con la polarización política, entonces, va a ser muy difícil que alguien cuestione su liderazgo en el oficialismo en el 2016. El congresista Sergio Tejada, uno de los miembros de la coronta palaciega, acaba de entrever la posibilidad de semejante papel de Jara.
Estamos frente a una noticia que nos indica que, pese a las deficiencias, las instituciones funcionan en el país. Y, aunque parezca mentira, la propia democracia se encargará de ordenar el juego de ambiciones dentro del nacionalismo que posibilitan el guiño autoritario. La propia sociedad abierta, entonces, puede terminar salvando e institucionalizando al partido de Ollanta Humala.
Por Víctor Andrés Ponce
@Vponce64
COMENTARIOS