Editorial Política

La paz en Colombia y la hipocresía de la izquierda

La paz en Colombia y la hipocresía de la izquierda
  • 29 de septiembre del 2016

Apoya la paz afuera y promueve enfrentamientos en Perú

La firma del Acuerdo de Paz en Colombia, entre el gobierno y las FARC, y el referendo convocado para este domingo ha desatado un interesante debate sobre la trascendencia de los acuerdos, el perdón y la amnesia en la construcción de la democracia y las sociedades abiertas. Es demasiado complicado apoyar un acuerdo en el que se legaliza sin demasiadas condiciones al tercer cártel mundial de la droga. Un acuerdo en el que se exime de cárcel a comprobados culpables de delitos de lesa humanidad, secuestros y los más atroces crímenes; en el que se otorga a las FARC 26 curules, 31 emisoras de radio, canal de televisión propio y, además, se les entrega un vasto territorio para desarrollar su “experimento socialista”. En otras palabras, un estado dentro otro estado.

Sin embargo también es difícil oponerse al proceso de paz, sobre todo considerando que el pueblo colombiano se pronunciará por el “Sí” o por el “No” en el referendo del domingo. A veces una paz mal negociada puede valer más que una guerra. En todo caso, la sabiduría de los colombianos dirimirá el diferendo y que Dios ayude a nuestros vecinos.

Sin embargo llama poderosamente la atención la posición de la izquierda peruana, que defiende a capa y espada el proceso de paz en Colombia. Para la zurda nacional no hay interrogantes ni puntos sobre las íes, solo se trata de apoyar a rajatabla porque ella es “pacífica por naturaleza”. Si bien la izquierda no ha presentado mayores desarrollos ideológicos alrededor de la paz colombiana, la interrogante que surge es, ¿por qué en el Perú no expresa la misma voluntad por el acuerdo, el perdón y la amnesia? ¿Por qué sigue desarrollando un antifujimorismo fundamentalista que nos recuerda los peores momentos de las guerras religiosas? ¿Acaso los razonamientos para la paz entre colombianos no valen igual para los peruanos?

La hipocresía de la izquierda en el tema se nota al primer golpe de vista. ¿Existiría la misma apuesta por la paz si al otro lado de la mesa estuviese una fuerza distinta a las FARC sin el patrocinio de Cuba? La pregunta vale.

El Perú, al igual que Colombia, necesita de acuerdos, perdón y amnesia. No entre el Estado y una fuerza terrorista, sino entre dos sectores de peruanos que participan en democracia desde quince años atrás y que gozan de enorme respaldo popular. El Perú necesita superar la polaridad fujimorismo versus antifujimorismo que envenena la democracia y debilita las instituciones.

Una de las cosas más paradójicas en la comparación entre el caso colombiano y el peruano es que tanto las FARC de ahora y el terrorismo de Sendero Luminoso en los ochenta llegaron a controlar militarmente casi un tercio de sus respectivos territorios nacionales. Sin embargo al Perú le tomó solo una década liquidar la amenaza subversiva, en tanto que a Colombia le ha demandado 50 años y un Acuerdo de Paz en el que el Estado parece rendirse a las condiciones de las FARC.

A pesar de este grandioso resultado para el Perú, la izquierda peruana ha desarrollado un relato antinacional que convierte la exitosa estrategia antisubversiva del Perú en “una sistemática violación de DD. HH.”. Si en el Perú trituramos al terror en una década fue porque se desató la más impresionante movilización campesina de nuestra historia, a través de los comités de autodefensa y las rondas. Derrotado en el campo, el senderismo huyó a las ciudades y, entonces, la policía capturó a Abimael Guzmán y la mayoría del comité central terrorista.

Bueno, pues, toda la gesta campesina pretende ser negada por la izquierda que solo distingue víctimas y pobrecitos del campo donde, en realidad, hubo héroes, organización campesina y una acción ciudadana que explican la democracia y la paz del Perú actual.

Esa misma izquierda que niega la gesta campesina, que promueve el enfrentamiento entre peruanos con la polaridad antifujimorista, ahora se levanta como campeona de la paz en Colombia. ¿No suena a pura hipocresía?

 

  • 29 de septiembre del 2016

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