Guillermo Vidalón

La izquierda superará la violencia, el caos y el empobrecimiento

Oportunismo político y ambiciones personales

La izquierda superará la violencia, el caos y el empobrecimiento
Guillermo Vidalón
10 de enero del 2018

Como es de público conocimiento, las dirigencias de izquierda suelen jugar con la promoción del caos y el empleo de la violencia estratégica, a la que hoy denominan “lucha reivindicativa”.  A fines del año pasado impulsaron la vacancia presidencial sin éxito alguno; inclusive no mostraron el menor reparo al aliarse con el fujimorismo, precisamente quien los derrotaron militarmente en los años noventa.

 

Esto constituye una prueba más de su oportunismo político en función a los objetivos personales de sus dirigentes o del grupo que pretende capturar el poder. Afortunadamente, las izquierdas se volvieron a dividir: una abandonó el hemiciclo, absteniéndose de pronunciarse a favor o en contra de la vacancia; la otra no logró desestabilizar al gobierno, gracias al cisma al interior del fujimorismo.

 

Si el presidente Kuczynski cometió errores es algo que será determinado por el Poder Judicial. La intención de derribar el Gobierno tiene una clara finalidad: la promoción del caos, la interrupción del cronograma electoral, afectar el flujo de inversiones nacionales y extranjeras, y seguir impactando negativamente la evolución económica del país.

 

Sin inversión no hay generación de empleo y sin empleo se incrementa la pobreza. Parecería que el enunciado previo es el objetivo de quienes dicen defender los intereses populares, porque de esta manera se seguiría “la correcta línea política”; eso de las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución, según lo expresado por uno de sus mentores ideológicos, Vladimir Ilich Lenin.  Entiéndase que “las condiciones… para la revolución” implican un desprecio al ejercicio democrático y la promoción de la violencia en sus diferentes formas, de la manera más desembozada posible y sin atisbo alguno de conducta moral.

 

A las izquierdas se les recordó que eran responsables de más de 70,000 muertes en los años ochenta, precisamente en las zonas rurales más deprimidas del país, allí donde habitan los más pobres. Y que en los noventa hubo aproximadamente 1,200 muertes.  Definitivamente ambas cifras son condenables, pero las de las izquierdas llegan a las profundidades insondables del infierno de Dante Alighieri. La otra no.

 

Un caso similar ocurre con la corrupción de las opciones políticas con las que las izquierdas arribaron al poder, el toledismo, el humalismo, la tía Susy, quien hasta ahora no sabe cómo es que los dineros de algunas constructoras brasileñas sirvieron para financiar su campaña en contra de la revocatoria.  Ante estos hechos concretos, las izquierdas guardan silencio y acusan al fujimorismo de ser los únicos responsables de la corrupción en el país.

 

Una cosa es respaldar el accionar de la justicia para que haga su trabajo como corresponde y otra cerrar los ojos cuando se trata de sus pares ideológicos y abrirlos al extremo  cuando se trata de quienes difieren de sus pensamientos. Lamentablemente las izquierdas se agazapan bajo el argumento del combate a la corrupción para aprovechar la indignación e incentivar el caos.

 

Superada la crisis política,  y tras registrarse un fracaso más de las izquierdas, cabe preguntarse ¿cuál será su próximo paso? La izquierda saben que la economía internacional está en franco proceso de recuperación y que ya está demandando mayores volúmenes de exportaciones nacionales, tradicionales y no tradicionales. Este es el momento oportuno para relanzar el proceso de concesiones e impulsar y fortalecer la economía y el aparato productivo del país.

 

Al respecto, sería importante conocer si las izquierdas respaldan la concesión del yacimiento Michiquillay (que se llevará a cabo en febrero próximo) y el inicio de la construcción de los proyectos Tía María, Santa Ana, Quellaveco, Conga, etc. Son alguna de las muchas oportunidades que, al no ejecutarse, han empobrecido a muchas regiones del Perú.

Guillermo Vidalón
10 de enero del 2018

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