Manuel Gago

Inclusión social: el tiro por la culata

La izquierda es campeona apropiándose de demandas sociales

Inclusión social: el tiro por la culata
Manuel Gago
09 de abril del 2018

 

El nombramiento de Liliana La Rosa como titular del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) ha desatado diversas reacciones. Que la enfermera, ahora ministra, haya renunciado al izquierdista Frente Amplio no significa que haya abjurado a sus postulados ideológicos. La designación de una militante convicta y confesa debería preocupar seriamente a Fuerza Popular y sus deseos de alcanzar la presidencia el 2021.

Ya sabemos que la izquierda es campeona organizando gremios sociales y eventos populares para apropiarse de las demandas de la población. Se las ingenia para, desde el Estado —Ejecutivo, gobiernos locales y regionales, e instituciones públicas—, expandir relatos en contra del mercado y la democracia, y en contra de las actividades mineras, forestales, pesqueras, de producción de gas e hidrocarburos. Ejemplos sobran. Durante la gestión de Ollanta Humala, en el sector educación, las consultorías pro ideología de género estuvieron a la orden del día. Lo mismo en la elaboración de los libros de Historia, Geografía y Economía, de quinto secundaria, que contiene relatos que disculpan al senderismo.

Durante el humalismo el número de trabajadores del Midis se duplicó; se pasó de 3,328 trabajadores en 2012 a 7,939 trabajadores en 2016. Con un presupuesto de S/ 4.47 millones, el Midis no establece con claridad el impacto social de los 30 programas que administra, entre ellos Cuna Más, Qali Warma, Pensión 65, Juntos, Contigo, Agua Más y País. Por el contrario, en la gestión nacionalista la pobreza se redujo solo 7 puntos, del 28% a 21%, mientras que en el quinquenio 2006-2011 la pobreza disminuyó 20 puntos, de 48% a 28%. Y eso que para el ex presidente Ollanta Humala, la niña de sus ojos fueron los programas sociales.

Los esfuerzos de esa burocracia ideologizada no han logrado mitigar males sociales como la anemia —que alcanza al 43.5% de los niños—, la mortalidad infantil y la tendencia visible a la obesidad. Del mismo modo, los altos índices de violencia familiar, alcoholismo y embarazo adolescente, acoso sexual y violaciones infantiles son casi pan de cada día. De espanto. Es decir, la estrategia humalista y socialista de inclusión social resultó un fracaso total.

En Perú, los programas sociales sirven para acumular portátiles políticas dispuestas a llenar plazas públicas para ganar las calles, para generar opinión popular que pueda decidir una elección presidencial. Clientelismo político puro y duro. Sirve para devolver favores, para contratar a los proveedores locales que apoyaron las candidaturas que ganaron la elección.

Una activista política, como parece ser la ministra La Rosa, se ganó el premio gordo de la lotería ministerial. No desaprovechará la oportunidad para desarrollar todo lo que su conciencia revolucionara le impone: todo un ministerio para adoctrinar y penetrar ideológicamente, para formar nuevos cuadros de activistas y dirigentes gremiales, y para agitar por intermedio de todo eso. En buena cuenta, para hacer política setentera y ochentera en contra de la Carta Política del 1993, democrática y de economía abierta.

La lucha contra la pobreza es ideológica. Desde el colegio, los niños deben ser inculcados con motivos y ganas para desarrollarlos en sus vidas. Sostener que los programas sociales reducen la pobreza, es un engaño. La pobreza y la situación de abandono se resuelven con inversiones privadas, generando empleo formal y con todos los beneficios correspondientes. No hay otra manera de expandir la clase media. Las ayudas sociales deben destinarse principalmente a proteger a los niños, ancianos, discapacitados y personas que no puedan defenderse por sí mismos. Creer que “papá Gobierno” debe resolver todas las situaciones adversas de las personas anula los entusiasmos de los esfuerzos personales. En esa línea, los programas sociales debilitan el empuje de la población y fortalecen las ideas centralistas y antisistema.

En política no hay coincidencias. El Gabinete Villanueva está conformado por profesionales vinculados al crecimiento económico. Sin embargo, en los sectores relacionados directamente con la población (Trabajo, Salud, Educación e Inclusión Social), la mesa está servida. El enemigo principal suelto en plaza, subvalorado en su dimensión peligrosa. Las aspiraciones presidenciales de Keiko Fujimori se verían postergadas una vez más. Las expectativas de Antauro Humala, Gregorio Santos y de algún otro antiaprista y antifujimorista irían viento en popa. A la mayoría del Congreso le habría salido el tiro por la culata.

 

Manuel Gago
09 de abril del 2018

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