¡No al retorno de los profesores desaprobados!

La buena educación escolar es la base y la principal fuente de prosperidad social. Desde que las evaluaciones PISA mostraron el largo avance de Finlandia, otras naciones tomaron ese ejemplo y elevaron drásticamente sus niveles educativos alcanzando las primeras ubicaciones en el ranking mundial. Los resultados son visibles: potencias tecnológicas, sociales y económicas.

China es un caso aparte. Después del derrumbe del maoísmo y la sangrienta revolución cultural que llevó al país a las tinieblas, hoy es potencia que domina los mercados internacionales. El estándar de vida del chino promedio va de la mano con ese avance económico y tecnológico, aun cuando sus valores democráticos y libertarios sean distintos a occidente.  

¿Qué pasó en Norteamérica cuando el Sputnik fue lanzado al espacio por los rusos el 4 de octubre de 1957? La conmoción alcanzó por igual a la Casa Blanca, el Capitolio, el Pentágono, las escuelas y la población. ¡Heridos en su amor propio! Creían que su ciencia, tecnología y, sobre todo, capacidad para invertir en cohetes que surcaran el espacio eran imbatibles. El Sputnik los avergonzó. Su comunidad científica fue incapaz de acometer semejante hazaña. Creyeron, hasta ese día, que el sistema educativo estadounidense era suficientemente competente para descubrir y formar nuevos y magníficos valores científicos y tecnológicos. El presidente Dwight Eisenhower y los científicos y educadores reaccionaron de inmediato. Las asignaturas escolares fueron modificadas, adaptadas al gran reto. Se instituyó un Comité de Ciencia, con un consejero del presidente para seguirle el paso a la gran transformación educativa por delante.

Contrariamente aquí, desde hace años, estamos en la cola en las pruebas PISA y la vergüenza mundial no nos conmueve. La izquierda controla el Ministerio de Educación con agenda propia, contraria a la familia, la fe y los valores humanos y costumbres tal como se conocían treinta años atrás. A esa izquierda le importa poco o nada los ideales de prosperidad por esfuerzo propio. Hacen del Minedu y otros ministerios –Cultura, de la Mujer, Inclusión, Ambiente– cuarteles políticos dedicados a inculcar en la gente pensamientos socialistas y hasta senderistas. Su afán es destruir, a como dé lugar, los avances económicos propiciados por el capitalismo, los mercados abiertos y el ingenio individual.    

Con la elección del expresidente Pedro Castillo –con fraude y todo–, un grupo de profesores llegaron al Congreso sabiendo a qué iban: a hacer trizas la calidad educativa que tanto cuesta establecer. Aliados de congresistas populistas, destruyen el sistema de jubilación y ahora están empeñados en socavar la meritocracia en los colegios públicos. No hay duda sobre su principal meta: crear las condiciones básicas para el retroceso social mediante la ignorancia, amarrada a vicios y miserias humanas: que solo dos de cada 10 estudiantes entienda lo que lee. Y el amor propio de la mayor parte de peruanos no se manifiesta, no se conmociona, ocupados en felicidades banales. 

Los 14,000 profesores desaprobados en las evaluaciones del Minedu fueron separados del magisterio hoy exigen su reincorporación, pero sus puestos están ocupados por otros docentes que sí aprobaron las evaluaciones. Una reciente norma –aprobada por insistencia en el Congreso de la República– facilita esa reincorporación. Y así, la moral de los buenos profesores que asisten a las capacitaciones y evaluaciones es también destruida. Con la norma, los buenos y malos profesores serán confundidos en el magisterio. El mérito en los colegios, tan difícil de lograr, no irá más, y los escolares pobres serán los más perjudicados. Será imposible acceder a una educación acorde con los tiempos. 

De aplicarse la norma –si no es derogada a tiempo– se vislumbran escenarios de mediocridad total. Súmele a eso el papel muy en serio que asumen ciertos profesores vinculados al Movadef: adoctrinamiento senderista con total desfachatez.