Javier Agreda

El retorno de la poesía hermética

El retorno de la poesía hermética
Javier Agreda
08 de agosto del 2014

Un recuento de los mejores exponentes peruanos del complejo género

En tiempos en que la producción cultural, en general, desde el cine hasta la narrativa, se hace más ligera y superficial, en la literatura peruana se está produciendo un saludable renacimiento de la poesía hermética y de lectura difícil: ya sea por sus complejidades formales (como en el llamado neobarroco), por la audacia y rigurosidad de sus reflexiones (en la línea de T. S. Eliot) o por la auto referencialidad (metaliteratura). Un pequeño recuento nos confirma que en esta línea “difícil” se encuentra lo mejor de la poesía peruana de los dos últimos años.

Hoyo 13

Si se trata de autores herméticos, el abanderado en nuestro país es Rafael Espinosa (Lima, 1962) quien desde los años noventa está desarrollando, sin concesiones de ningún tipo, una poesía barroca y experimental. Su más reciente libro es Hoyo 13. Novela barrial (2013), veinte poemas extensos y de versos largos que parten de pequeños sucesos de la vida cotidiana del protagonista. Más que “narrar” estos sucesos, el protagonista reflexiona poéticamente sobre ellos, apelando a las imágenes más inusuales. Pero el aspecto más radical y agresivo de estos textos es la combinación de sintaxis compleja, retórica poética y el léxico urbano-tecnológico, característico de nuestro tiempo. Espinosa complemente la línea “doméstica” de Hoyo 13 con otra más intelectual, como en su poemario Los hombres rana (2012).

Construcción civil

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) es una de los más interesantes poetas peruanos de la generación del noventa. Su poesía, de evidente estirpe eliotniana, une la exploración verbal con la reflexión sobre temas trascendentes; una combinación que asegura la calidad de los textos, pero que también les da un evidente hermetismo. En esa línea está su libro Construcción civil (Paracaídas, 2013) un ambicioso poemario cuyo tema es la “construcción” de la identidad de los peruanos. Lo más interesante en la propuesta literaria de Gómez Migliaro es el carácter de sus reflexiones, en las que apela a los más diversos registros (habla actual, palabras académicas o quechuas, textos literarios), fusionándolos en un discurso aparentemente irracional, sin signos de puntuación que ayuden a la lectura.

Légamos

Con casi 25 años de trayectoria poética, José Morales Saravia (Lima 1954) es lo que se suele llamar un “autor de culto”: muy apreciado por los escritores y críticos, pero poco conocido entre los lectores comunes. Su obra es una vasta y compleja cosmogonía que se inició con Cactáceas (1979) y que ha continuado desarrollando en otros cuatro libros, el más reciente de ellos Légamos (Paracaídas editores, 2013). El proyecto literario de Morales Saravia es sumamente original: hacer un gran recuento de la naturaleza, empezando por las cosas y seres más sencillos. Un recuento en el que ni la humanidad ni sus problemas están presentes. Los recursos con los que se llega en estos textos al “conocimiento” poético son los símbolos y el propio lenguaje, de gran riqueza y retóricamente muy trabajado.

Detenemos aquí este recuento, por razones de espacio, aunque todavía quedan algunos buenos ejemplos de poesía “hermética” reciente: Alcools (2013) de Mirko Lauer, El cerrajero (2012) de José Antonio Villarán, La marcha del polen (2013) de Manuel Fernández y Al norte de los ríos del futuro (2014) de Jerónimo Pimentel.

Por Javier Ágreda
@agreda

Javier Agreda
08 de agosto del 2014

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