Jorge Morelli

El cristal con que se mira

El cristal con que se mira
Jorge Morelli
18 de mayo del 2016

El periodismo debe ser veraz y transparente.

El gobierno, a través de Pedro Cateriano, y el partido de gobierno, por medio de su presidenta, Nadine Heredia, una vez más se han precipitado a emitir juicios sin mirar los hechos, y se han puesto en evidencia de una manera indisimulable. Hacen lo que esté a su alcance para obstaculizar una candidatura democrática, con el mayor desprecio por la imparcialidad a la que están obligados por ley y la prudencia que deberían guardar en su conducta pública.

No solo el gobierno, sin embargo, ha caído en la trampa que, como la carabina de Ambrosio, ha disparado hacia atrás. También el grupo El Comercio está en falta con el periodismo que, como dijeran siempre los viejos y experimentados directores de esa casa, según como se ejerza puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios.

Descubierto el fiasco de la denuncia mal fundamentada contra una candidata presidencial, y lejos de mostrar serenidad, los editores inexpertos han intentado fugar hacia adelante con un editorial (“Soy su jefa pero no sé nada”), que no solo no aprecia los hechos con tranquilidad, sino que, dejando de lado todo decoro, agrava las cosas, especulando ahora acerca de lo que la candidata de Fuerza Popular —según ellos— tendría que pensar o hacer. Desde luego, el grupo editorial tiene todo el derecho de expresar su opinión política del modo que mejor le parezca. Pero esa no parece ser la opinión de todos ellos.  

En la prensa, lo ético es revelar con toda transparencia a la opinión pública el color del cristal con que se mira. Si la objetividad no está muchas veces al alcance del periodismo, y es siempre inevitable mirar a través del anteojo de la opinión, el periodismo tiene la obligación de ser veraz. Es decir, imparcial en la información y transparente en cuanto al color de sus cristales. Eso obliga a revelar expresamente al lector o televidente cuál es la posición que el medio ha decidido tomar, en el terreno de la opinión, respecto de una materia controvertida, especialmente si se trata de una candidatura política.

Lo que no le está permitido es confundir al televidente o lector mezclando opiniones con los hechos. Porque eso es inducir a error el juicio del elector e interferir maliciosamente en su derecho a informarse verazmente. Y eso es lo que ha ocurrido en esta ocasión en que, por vehemencia, los editores —los de televisión más aún que los de prensa— han creído su deber cerrarle el paso a una candidatura política porque no es la suya. Y eso con una denuncia mal fundada.

Esto le está mereciendo al grupo entero, injustamente de seguro, el repudio de la opinión pública mejor informada y de muchos de sus propios colegas. Algunos de estos últimos vienen señalando en las redes sociales, de manera masiva, la falta de profesionalismo de quienes han comprometido al grupo editorial, cuyos directores deben estar rumiando el malestar de esta monumental equivocación.

Para colmo, la concurrencia del gobierno de salida con el grupo editorial en esta actitud, que ha puesto a ambos en evidencia, ha venido a multiplicar el empastelamiento. Deberían pedir disculpas.

 

Jorge Morelli

@jorgemorelli1

jorgemorelli.blogspot.com

 
Jorge Morelli
18 de mayo del 2016

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