¿Vuelta de la página estatista?

Fracaso económico de Argentina, Brasil y Venezuela ha agotado el estatismo

La desaceleración de América Latina ha puesto a las ideologías contra la espada y la pared. Las diatribas contra la economía de mercado y la sensatez económica en general casi ya no tienen audiencia. Solo basta recordar que Argentina y Venezuela cerrarán el 2014 en rojo para entender cómo se le reduce el espacio a los extremismos ideológicos. La economía argentina caerá en 2% y se prevé que el 2015 también se contraerá en 1.5%. El PBI llanero descenderá 3% en el 2014 y 1% en el 2015.  Argentina y Venezuela también consiguen coronarse como campeones mundiales en inflación: 40% y 70% respectivamente.

Las plagas bíblicas que azotan a estos dos gigantes de América Latina provienen del proteccionismo, el control de precios, el desmesurado gasto estatal, el déficit fiscal, y una deuda pública descontrolada. Consciente de que la fiesta ya ha terminado, Dilma Rouseeff acaba de nombrar al banquero Joaquim Levy como ministro de Hacienda para su segundo mandato, enviando una señal clara a los mercados sobre un evidente cambio de rumbo en la economía brasileña.

Joquim Levy, quien tiene un doctorado de Economía en la universidad de Chicago, deberá abandonar un alto cargo en Brandesco, uno de los bancos más grandes de Brasil para reemplazar a Guido Mantega, el ministro más longevo de toda la época democrática y a quien se vincula con el proteccionismo y la expansión del gasto estatal que han caracterizado la gestión de Rouseff.

Levy, a quien se apoda “Manos de tijeras” por su capacidad de recortar gastos, tal como lo demostró cuando colaboró con el ex presidente Lula, tendrá la responsabilidad de enfrentar la desaceleración de la economía más grande de América Latina y la séptima del mundo, que, prácticamente, no crecerá el 2014 y que ha tenido mediocres resultados en los últimos cuatro años luego de la fuerte expansión del 7.5% del PBI en el 2010. Las cosas están tan movidas en el segundo gobierno de Rouseff que el  Partido de los Trabajadores ya puso el grito en el cielo con el nombramiento de Levy.

Si a estos hechos le sumamos la noticia de que Bolivia crecerá por encima del 5% y Ecuador sobre el 4%, precisamente, por haber mantenido una política fiscal prudente y haber promovido inversiones en recursos naturales, de una u otra manera, cobra más fuerza la idea de que se reduce el margen de maniobra para el discurso anti capitalista en América Latina.

Sorprendentemente, solo en el país de la región más cercano de los estándares de una sociedad desarrollada, Chile, se nota vientos contrarios. El incremento de los impuestos corporativos, la monserga de una nueva Constitución, y la voluntad –como si fuese posible mezclar el agua y el aceite- de combinar la Alianza del Pacífico con el Mercosur, nos revelan la desorientación del gobierno mapocho. Mientras todos se apuran para abandonar el proteccionismo del Mercosur el gobierno izquierdista de Chile quiere salvar lo imposible.

En este contexto, ¿cómo se ubica el Perú? En nuestro país si bien se han mantenido los fundamentos económicos del modelo, las dudas iniciales del régimen nacionalista han terminando envenenado la confianza de los agentes económicos. Ollanta Humala recibió una economía que se expandía en el orden del 6%, una inversión privada que crecía hasta en dos dígitos y una cartera envidiable en inversión en recursos naturales. Ahora la economía se ha desacelerado peligrosamente, la inversión privada cae y no hay inversiones en recursos naturales a la vista.

Ante esta situación vale echar un vistazo por la región para evitar cualquier discurso ideológico en lo económico. Si hasta el Brasil estatista parece prepararse para los tijeretazos, en el Perú solo nos queda pisar el acelerador de las reformas para recuperar la confianza de la inversión privada y volver a crecer y reducir más pobreza.