La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El Congreso autorizó al presidente Pedro Castillo, a viajar al extranjero, para participar en la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial en Suiza (WEF, por sus siglas en inglés) del 21 al 27 de mayo. Sin embargo, si se analiza la solicitud del permiso enviada por el Ejecutivo y la propia resolución del Legislativo que autoriza el viaje, el periplo presidencial es un verdadero oxímoron, es decir, una contradicción sin velos de principio a fin.
Para participar en el evento “Preparándose para la era post-Covid”, en el Gobierno se argumentó que se trataba de una oportunidad para el jefe de Estado de interactuar con otros líderes internacionales y regionales con objeto de “abordar temas estrechamente vinculados a las prioridades del Gobierno peruano”. Entre esos temas están “restablecer la confianza en el sistema internacional y sus instituciones, encontrar la combinación de políticas adecuadas para fortalecer la recuperación pospandemia a largo plazo y definir los principios para garantizar que la Cuarta Revolución Industrial responda al interés de la humanidad”.
Asimismo, la solicitud del Ejecutivo señala que “se ha previsto la participación del señor Presidente de la República en los diálogos sobre la mejora de la educación; desarrollo sostenible de la Amazonía y la transformación digital de América Latina”, entre otros.
¿Cómo en el Ejecutivo se puede hablar de restablecer la confianza en el sistema internacional y sus instituciones, si el presidente Castillo acaba de proponer un referendo para convocar una asamblea constituyente? Un proyecto que, felizmente, ha sido archivado en el Congreso sin pena ni gloria. La fórmula de “república plurinacional con equidad de género”. propuesta por el presidente Castillo, aparte de centralizar el poder y colectivizar la economía, busca cancelar los 22 tratados de libre comercio y, en general, todos los vínculos establecidos por el Perú con el sistema internacional y las diversas instituciones. Si recordamos que la propuesta de la nacionalización del gas y los recursos naturales no solo ignoraba la Constitución, nuestras leyes, sino también todos los tratados internacionales, la argumentación del Ejecutivo para justificar el viaje no solo parece un saludo a la bandera sino una verdadera esquizofrenia política.
Lo que sí se desliza al terreno de lo grotesco es la afirmación con respecto a que se busca que el jefe de Estado participe en los diálogos sobre la educación y la transformación digital. Luego de conocerse las denuncias de supuestos plagios en la tesis del presidente Castillo, ¿cómo se puede presentar semejante argumento? Y, sobre todo, después de haber puesto en cuestión la Ley de Carrera Pública Magisterial, que establece la meritocracia académica en el nombramiento y la promoción docente, es bien complicado, por decir lo menos, manifestar voluntad de mejorar la educación en la región.
De pronto toda la argumentación a favor del viaje del presidente Castillo al Foro de Davos se convierte en una contradicción, en una paradoja. Ninguna de las razones expuestas forma parte de la conducta y las metas del Gobierno. Todo más bien apunta a una fuga de la realidad, a una fuga de las denuncias que se formulan cada día, a una fuga del desgobierno general en que se ha sumido a la República. Un desgobierno que proviene de los anuncios de la constituyente y la nacionalización de los recursos naturales, y del nombramiento de militantes y activistas de Perú Libre en las dependencias del Estado, que está llevando a un colapso general de los servicios públicos.
Todo apunta también a una fuga del frenazo económico que ha detenido el crecimiento y disminuido el empleo. El presidente Castillo parece cansado y rendido ante una realidad que lo desborda, que no puede controlar y, entonces, se va de viaje. Si las cosas fuesen así, la renuncia al cargo sería un acto digno que le devolvería gran parte de las cosas perdidas en el ejercicio del poder.
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