¿Una nueva CVR o diversos relatos?

La izquierda necesita evitar la convergencia nacional

Luego de las elecciones nacionales que ungieron a PPK como jefe de Estado y al fujimorismo como mayoría legislativa, la izquierda y algunos medios lograron prolongar la intensa polarización entre pepekausistas y fujimoristas de la segunda vuelta, explotando el error de Keiko Fujimori de negarse a visitar al presidente electo. En ese camino el argumento de “la memoria”, que suele levantar la izquierda como eje de definición política en el país, comenzó a ser recurrente. De pronto, se escucharon voces que solicitaban una segunda Comisión de la Verdad “para seguir construyendo la memoria”.

Ante esta situación, nos preguntamos: ¿Por qué el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación antes que construir convergencias ha desatado más enfrentamientos? ¿Por qué cada cierto tiempo el Perú se tensa para discutir “la memoria” del periodo 1990-2000 y se olvida la historia de los últimos quince años?

La manera como se usa el informe de la CVR antes que curar heridas sigue haciendo sangrar a las existentes. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la izquierda ha pretendido convertir al relato de la CVR en una verdad oficial, en un relato único y excluyente de otras interpretaciones. Y el problema de las historias y relatos oficiales es que solo pueden sostenerse en los absolutismos monárquicos, en los regímenes soviéticos y, ahora, en algunas dictaduras y teocracias.

No hay nada entonces que ligue los intentos de elaborar una narrativa oficial de la historia con las democracias y las sociedades abiertas que se han organizado en Occidente. En Estados Unidos, por ejemplo, todavía florecen diversas interpretaciones sobre las causas de la Guerra de Secesión que ensangrentó a la gran nación del norte; en España, los herederos de socialistas y comunistas, y los del franquismo coexisten con diversas aproximaciones sobre las razones de la Guerra Civil Española. En general, una de las bases del estado laico, uno de los pilares de la democracia de Occidente, es la aceptación de diversos relatos sobre la divinidad y la historia.

Si bien es cierto que el informe de la CVR tiene aspectos que se deben rescatar —como la voluntad de otorgar voz a los excluidos— es evidente e incuestionable el sesgo ideológico a favor de la interpretación de la izquierda. La CVR señala que en el Perú hubo una sistemática violación de DD. HH. durante el desarrollo de la guerra contrasubversiva. Otras interpretaciones sostienen que las violaciones de DD. HH. fueron casos aislados y que, por el contrario, el triunfo sobre el terrorismo solo se explica por una masiva participación de campesinos en el campo.

Bueno, pues, el Perú sigue tensado alrededor del tema por la voluntad de la izquierda de imponer un relato único. ¿Qué sucedería si empezamos a aceptar que hay más de un relato, de una sola interpretación? El espacio de la unidad de los peruanos se convertiría en un mundo ancho y ajeno, ¿no es verdad?

Hasta hoy la izquierda sigue ganando con la estrategia de los relatos. La voluntad de excluir las interpretaciones del otro solo responden a una estratagema de poder, con la que se busca que la polarización antifujimorismo versus fujimorismo reemplace a los grandes debates —propios de las sociedades que alcanzaron el desarrollo— vinculados con la democracia, la sociedad abierta, la economía de mercado y la relación estado y libertad económica.

La izquierda está desesperada ante la posibilidad de una convergencia entre el pepekausismo y el fujimorismo porque organizaría la gobernabilidad y el liderazgo de la oposición a la misma vez. La zurda necesita “agudizar” las contradicciones entre Ejecutivo y Legislativo, y seguir pescando a río revuelto. Para alcanzar ese objetivo necesita que el relato no muera.