¡Todo el Perú con Las Bambas!

Radicalismo anti minero pretende agravar desaceleración

El proyecto Las Bambas incrementará en más de 1.5% el PBI del país y desde el desarrollo de la inversión hasta la plena producción de cobre (450 mil toneladas), aproximadamente en dos años, el Valor Agregado Bruto (PBI regional de Apurímac) se incrementará en 400%, según proyecciones del Instituto Peruano de Economía (IPE). Negarle a una región tradicionalmente sumida en la pobreza semejante aumento de la riqueza es, a todas luces, un crimen social.

El megaproyecto Las Bambas, uno de los más grandes del planeta, hoy está en peligro porque el radicalismo antiminero utiliza las demandas sociales de la población para desatar un clima de violencia que nos recuerda el mismo software que se empleó para bloquear las inversiones mineras en Conga y Tía María.

No se puede negar que existen demandas que MMG, subsidiaria de la estatal china Minmetals Corp, debe absolver. Las modificaciones en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), sobre todo con respecto al cambio de lugar de la planta de molibdeno a Cotabambas, en reemplazo de la existente en Espinar, debería ser motivo de campañas más agresivas de socialización y difusión.

Pero nada, absolutamente nada, justifica el ataque que promovió el radicalismo antiminero a las instalaciones de la compañía minera que hasta ahora deja un saldo de tres muertos y quince heridos entre los manifestantes y 8 policías heridos de gravedad. El objetivo del extremismo minero es teñir de sangre las protestas con el objeto de producir una reacción nacional. De allí la abierta provocación con el ataque a las instalaciones de la minera y la voluntad de agredir a los policías.

Si sumamos las paralizaciones de Conga y Tía María, el objetivo del radicalismo antiminero queda en evidencia: agravar la desaceleración de la economía y acrecentar el pesimismo, de modo que las propuestas estatistas y populistas vuelvan a aparecer viables ante las mayorías nacionales.

El IPE ha señalado que existen alrededor de US$ 21,500 millones en inversiones mineras paralizadas. Según ese instituto, entre el 2008 y el 2014, debido a estas paralizaciones, se perdió 2.2% del PBI anual. Pero eso no es todo. Si es que las inversiones mineras proyectadas se hubiesen ejecutado la pobreza no se habría reducido a 23% de la población sino a 17%. Es decir, más de un millón y medio de personas habría dejado la pobreza.

El ataque a Las Bambas, entonces, es un ataque a todo el Perú. Si la mayoría nacional no es capaz de hacer escuchar su voz, las minorías de minorías que hoy actúan en Las Bambas se impondrán. Pero no solo se trata de una mayoría nacional sino de la propia mayoría de apurimeños que apuesta por la inversión minera como el camino más rápido y eficaz de reducir pobreza y ampliar el bienestar.

Ahora bien, ¿por qué las minorías pueden imponerse en este tipo de conflictos? De alguna manera la izquierda ha logrado legitimar “la acción directa de las masas” que bloquea carreteras, puentes y asalta la propiedad. Sin esas dosis de violencia extrema no se habrían paralizado Conga ni Tía María. Los fiscales y jueces, simplemente, se inhiben de administrar justicia y, de pronto, el policía se queda solo frente a la turba radical. En ese contexto, el ataque, la provocación, inexorablemente, desencadena hechos lamentables de sangre.

La renuncia del estado a ejercer el derecho y la autoridad frente a los extremistas, paradójicamente, no evita el derramamiento de sangre sino que lo convierte en inevitable.