Tía María: el círculo virtuoso de minería y agricultura

Con bastante esfuerzo el sector minero se recupera, y las operaciones de producción de minerales alcanzan los niveles de antes de la cuarentena por el Covid-19. Los protocolos de bioseguridad establecidos por las autoridades de salud se cumplen estrictamente y se normalizan las actividades periféricas a la producción de minerales. 

No obstante, el círculo antiminero, organizado alrededor de diversas oenegés ambientalistas, continúa atacando al principal generador de divisas del país y de presupuestos para los gobiernos locales y regionales. La izquierda y los sectores comunistas inventan estudios, sin sustentos confiables, que aseguran que las actividades mineras son incompatibles con la agricultura y ganadería. Desconocen los avances realizados desde hace décadas por otros productores de hidrocarburos, minerales, forestales y alimentos mundiales. 

En Noruega, por ejemplo, las actividades petroleras en el Mar del Norte se realizan sin comprometer la pesca abundante de salmón y bacalao. Asimismo, por la producción de acero, sumada a la inventiva y promoción de la investigación tecnológica, Suecia es el principal exportador de maquinaria pesada y de alta precisión (SKF, Atlas Copco, Volvo, Scania, Sanvik, entre otros), presente en la mayor parte de las industrias en el mundo. En Finlandia –productor forestal y de productos maderables– se realizan actividades mineras en medio de los bosques sin afectar el ecosistema y el paisaje natural, respetando las reservas naturales existentes. Y en las praderas de Alberta, lado oeste de Canadá, tuberías conduciendo gas cruzan los cultivos extensos de canola (base de biocombustibles) y farms de pequeños agricultores y ganaderos. 

No obstante, para la Red Muqui –conglomerado de vicarias, pastorales, marianistas, episcopados y asociaciones de derechos humanos– la minería no puede convivir con la agricultura. Según el reciente estudio Razones económicas y ambientales para la defensa de la agricultura en el valle del Tambo, en Arequipa, “el sector agropecuario y la pesca artesanal ofrecen mayores ingresos económicos que una eventual explotación de cobre por el proyecto Tía María”. Los números y porcentajes que acompañan a la publicación supuestamente avalan el estudio favorable a la agricultura y contrario a la minería. La publicación, elaborado a la medida, es parte de la estrategia contra el proyecto de cobre arequipeño. 

Las actividades mineras no solo son compatibles con la agricultura y ganadería, sino que además promueven programas de desarrollo agrario, ganadero y ambiental en la zona andina. Es el caso de Southern Peru (SP), concesionario del proyecto de cobre Tía María. Por intermedio del proyecto Valle Unido de SP, más de 4,200 personas han sido beneficiadas. 

En los distritos de Cocachacra, Punta de Bombón y Dean Valdivia se han entregado semillas de alta calidad y enseñado cómo producir abono orgánico para mejorar la producción de arroz hasta un 50%. Así también, los ganaderos del valle de Tambo han mejorado su producción de leche y diversificado sus actividades. Los productores de leche han recibido tanques criogénicos –útiles para transportar con mayor seguridad y facilidad el semen diluido– para mejorar la raza del ganado por medio de inseminación artificial. Con plantas enfriadoras y una cadena de frío proporcionada por Southern, la Asociación de Productores de Leche de Punta de Bombón (Aprolab) ahora produce yogurt y queso, y los comercializa en los mercados. Y otros proyectos de agua y saneamiento son auspiciados por la minera.

¿De dónde, entonces, surge la idea de que la minería no puede convivir en paz con la agricultura, la ganadería y la pesca artesanal? La lucha contra las inversiones y la generación de riqueza es un plan malévolo con el fin de mantener la pobreza y el desempleo, favorables para los relatos comunistas.