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En la Red de Comunicación Regional (RCR), el presidente del directorio de Southern Perú, Óscar González Rocha, confirmó inversiones conjuntas de US$ 8,000 millones en los proyectos mineros de Cuajone (Moquegua), Los Chancas (Apurímac) y Michiquillay (Cajamarca), y la nueva fundición de Ilo en Moquegua.
Sobre el proyecto de cobre Tía María –US$ 1,400 millones para 120,000 toneladas métricas de cátodos de cobre de 99.999% de pureza–, González ha señalado que el próximo año se comenzará con la construcción de una carretera y un tramo de ferrocarril para conectar las operaciones mineras. “Estamos capacitando personal del valle de Tambo, Mejía, Mollendo y Cocachacra para comenzar las construcciones planeadas para el 2020”, señaló González. Asimismo, indica que con Tía María se beneficiarán los distritos de Cocachacra, Mejía y Punta de Bombón; y también la provincia de Mollendo, por el puerto de Matarani, la salida de la producción de cobre del corredor minero del sur.
El pretexto de la defensa del medio ambiente, al que apela el radicalismo izquierdista, no es creíble por parte de la población. El círculo antiminero, concentrado en el sur, obliga a los pobladores a participar de las manifestaciones violentas contra la producción de cobre en el país. No obstante, la minera Southern continúa firme apostando por el Perú, en una demostración de confianza.
La producción de cobre en Tía María será mediante el sistema de lixiviación, el más amigable con el medio ambiente. En este proceso se emplean canchas de procesamiento de mineral que cuentan con geomembranas impermeables para impedir la filtración de líquidos. Los polvos producidos durante las operaciones no llegarán a los cultivos por la distancia entre la mina y el valle, y también por las diferencias barométricas entre el valle de Tambo, ubicado a 100 metros sobre el nivel del mar (m. s.n.m.) y la mina a 1,050 m.s.n.m. Asimismo, el proyecto de cobre no usará el agua destinada para la agricultura, porque la minera construirá una planta desalinizadora que usará agua de mar para sus operaciones. Entonces, las supuestas contaminaciones no alcanzarán los sembríos de los productores agropecuarios del valle de Tambo.
Y así como desde el sur –con Tía María– en el norte se relanzarán las inversiones con Michiquillay, un proyecto de US$ 2,500 millones para producir 225,000 toneladas de cobre. En Cajamarca, una de las regiones más pobres del país –más del 50% de la población– los jóvenes han puesto sus esperanzas en el proyecto y el clúster de desarrollo que Michiquillay promoverá. Los estudiantes están siendo capacitados para ser parte del proyecto minero y los pobladores se preparan para ser proveedores de la minera y del clúster promotor de desarrollo y competitividad. Por las oportunidades de crecimiento económico y social pendientes, los distritos La Encañada, Baños del Inca, Llacanora y Namora han cerrado filas alrededor del proyecto de cobre.
El yacimiento de Michiquillay contiene 4,283 millones de toneladas métricas de pórfido de cobre al 97%, y otros minerales como oro, plata y molibdeno. Con esta y otras inversiones pendientes, que suman US$16,000 millones (Conga, Quilish, Galeno, Shahuindo y otras), Cajamarca sería el modelo de desarrollo consolidado. Los reservorios Chailhuagón y San José, y las represas de los ríos Rejo y Grande, en Celendín y Cajamarca, se multiplicarán. Con esto, la convivencia entre la minería, la agricultura y ganadería será ejemplar.
“Ojalá que otras inversiones mineras se puedan ir desarrollando y generan un gran beneficio para el Perú”, ha señalado Óscar González Rocha en la RCR. La gran transformación nacional depende de la confianza ofrecida por el país a las inversiones. Literalmente, con tanta riqueza, Perú no puede continuar “sentado en un banco de oro”. La palabrería de los sectores marxistas, empeñados en confundir, no pasarán. De los jóvenes cajamarquinos y arequipeños depende la defensa de su futuro.
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