¿Sesgo anti privado en la COP 20?

Preservar el ambiente es tarea de toda la sociedad, incluido el sector empresarial

El desarrollo de la COP 20 en Lima ha entusiasmado porque, de una u otra manera, todos entendemos que preservar el medio ambiente es una responsabilidad de cada ser humano. No hay futuro para la humanidad si se destruyen los ecosistemas del planeta. Existe una discusión científica sobre algunas predicciones apocalípticas del cambio climático, pero es evidente que nadie en su sano juicio se negaría, como se dice, a poner el hombro en una causa que debe unificar a todos.

Preservar el medio ambiente es una tarea de los gobiernos, los organismos internacionales, las ONG ambientalistas, las empresas privadas y la sociedad en general. Sin embargo, en la COP 20 de Lima y en la mayoría de eventos ambientales se nota a leguas la exclusión de la empresa privada. ¿Por qué, acaso alguien cree que el cuidado del medio ambiente solo debería ser responsabilidad de los estados, los funcionarios internacionales y las ONG?

Cuando uno se topa con este sesgo anti privado se hace evidente la influencia del ecologismo radical, que tiene una agenda ideologizada con respecto al cambio climático y ubica a las empresas mineras, petroleras y de energía como las “principales amenazas” al medio ambiente.

En diversos cables internacionales propalados con motivo de la reunión en Lima diversos funcionarios internacionales han señalado que la COP 20 no solo aprobará las bases del nuevo acuerdo sobre el cambio climático mundial que se sancionará en París, sino que también se “establecerán las bases de un nuevo modelo de desarrollo” con creciente reducción de combustibles fósiles. ¿A qué se refieren con “un nuevo modelo de desarrollo”?

El ecologismo radical antes que preservar el medio ambiente está interesado en desarrollar un discurso anti capitalista, modelo económico y social al cual atribuyen la responsabilidad del Apocalipsis climático que amenazaría a la humanidad. Algunos ambientalistas ingenuos asumen estos discursos y convergen con este sesgo anti privado en la discusión del cambio climático.

En el Perú las organizaciones del ecologismo radical han impuesto un sentido común sobre los problemas ambientales contribuyendo a crear conflictos sociales y sobrerregulaciones que han detenido inversiones en recursos naturales, profundizando la desaceleración de la economía.

Detrás de la prédica del ecologismo radical y el sesgo anti privado en la COP 20 está la creencia equivocada de que se pueden detener los mercados.  Desde que la predicción marxista, dos siglos atrás, pronosticara el derrumbe del capitalismo, los mercados siguen siendo la única manera viable de organizar la economía entre los continentes y los estados. No hay otra. El experimento del socialismo real de los países de la llamada Cortina de Hierro se derrumbó, precisamente, por haber asumido la fe equivocada de que los mercados podían ser abolidos.

Estados Unidos y China, dos de los principales emisores de gases de efecto invernadero, acaban de establecer la reducción de sus emisiones a futuro, pero no existe nada en esos acuerdos que impliquen nuevos “modelos de desarrollo” o retóricas parecidas.

La única manera de preservar el medio ambiente y “evitar el cambio climático” es partiendo de la realidad. Y, la realidad, nos indica que el mundo no existe sin mercados. De allí la importancia de la que las empresas privadas, principales protagonistas del mercado, formen parte de la discusión y de los acuerdos que deberían apasionar a todos los habitantes del planeta por igual.