Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
El Perú enfrenta uno de los momentos más graves de su experiencia republicana luego de los resultados preliminares de las elecciones del domingo pasado. Apenas décimas separan a los candidatos Pedro Castillo y Keiko Fujimori de la victoria y la derrota; sin embargo, las distancias programáticas hasta hoy son distancias inalcanzables. Mientras la candidata Fujimori representa la continuidad de las libertades políticas y económicas que, mal que bien, han estado vigentes en las últimas dos décadas, el candidato Castillo sigue representando la posibilidad de colectivizar la economía, expropiar las propiedades y un camino autoritario que busca desencadenar una asamblea constituyente.
Ante esta situación, desde este portal convocamos a la serenidad a todos los sectores que defienden las libertades políticas y económicas y la continuidad del sistema republicano. Una serenidad que también debe expresarse en la defensa sin cuartel del voto democrático ante la autoridad electoral.
Las décimas que separan ambos candidatos demandan, por ejemplo, terminar de procesar las actas que restan contabilizar, defender la legalidad de las más de mil actas impugnadas en Lima y que favorecen largamente a Keiko Fujimori y, de otro lado, contabilizar los votos del exterior. Luego de este proceso las autoridades de la Organización de Procesos Electorales (ONPE) y el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) recién estarán en condiciones de proclamar al virtual ganador de la elección nacional.
A estas alturas, igualmente, se necesita la más absoluta firmeza de todos los sectores que defienden las libertades para que exijan el cumplimiento irrestricto de la Constitución Política del Perú. En momentos tan graves para una experiencia republicana, en que uno de los candidatos propone la convocatoria de una asamblea constituyente, se requiere una de las principales virtudes republicanas: firmeza para defender el texto constitucional.
Esa misma virtud republicana debe expresarse con valentía frente al intento de las corrientes comunistas, colectivistas y progresistas, de convertir a la movilización callejera en un actor del proceso electoral. De ninguna manera debe aceptarse la estrategia de la acción directa de masas que busca presionar a las autoridades electorales.
No obstante, ni la serenidad ni la firmeza, deben impedir la convocatoria a la más amplia unidad nacional de todos los sectores del país, sobre todo luego de conocerse los resultados preliminares de la segunda vuelta, que nos revelan un país partido en dos mitades. Esas dos expresiones electorales están obligadas a encontrar alguna manera de convergencia, un nivel de entendimiento que evite la polarización y el enfrentamiento.
A nuestro entender la única posibilidad de entendimientos pasa por respetar la Constitución e iniciar una larga ronda de diálogos para encontrar espacios de reformas que posibiliten cambiar radicalmente el actual Estado que, no obstante manejar los mayores recursos de la historia republicana, ha sido incapaz de proveer servicios, construir carreteras, escuelas o postas médicas. Es decir, ha sido incapaz de redistribuir la riqueza que aporta el sector privado a través de los impuestos.
Durante la pandemia el fracaso del Estado llegó a niveles inaceptables, que se reflejan en el triste récord mundial de más de 180,000 muertos, la más alta de tasa de mortalidad planetaria.
Serenidad y firmeza. Y la absoluta certeza de que la libertad y la Constitución se defenderán con uñas y dientes ante cualquier amenaza totalitaria.
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