La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El ciclón Yaku y sus efectos devastadores en las poblaciones del país dejan en claro que –a pesar de que en las últimas tres décadas el PBI se triplicó y la pobreza se redujo del 60% de la población a 20%, antes de la pandemia– el modelo nunca funcionará si el Estado no es capaz de redistribuir la riqueza que crean los privados, a través de servicios y obras para la prevención de desastres.
Las cosas se podrían resumir en lo siguiente: el Estado ha contado con abundantes recursos por el aporte privado; sin embargo, los gobiernos regionales y locales apenas lograron gastar alrededor del 60% del presupuesto de inversión en desastres. Y cuando se gastó, al parecer, todo se hizo mal, porque se proyecta que más de dos millones de personas de 409 distritos de la costa norte y la sierra están en grave riesgo por lluvias, huaicos, deslizamientos y otros eventos, de acuerdo a la información del Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred). Por otro lado, más de 2.8 millones de cultivos están en peligro y las ciudades y la capital se desabastecen en alrededor del 25%.
El asunto, pues, es demasiado trágico, de extrema gravedad. El Estado consume cerca del 25% del PBI nacional (una suma del orden de los US$ 220,000 millones) y no es capaz de descolmatar ríos, construir canales, sistemas de drenaje, defensas ribereñas y desarrollar un plan urbano alejado de las quebradas que se activan con las lluvias y arrasan con la vida y los pocos ahorros de poblaciones pobres.
¿Por qué un Estado con tantos recursos no ha podido reconstruir casi nada en el país? Creemos que una primera aproximación a este interrogante tiene que ver con la guerra política y la polarización que desarrollaron los gobiernos de Martín Vizcarra, Francisco Sagasti y Pedro Castillo. Durante estas administraciones los presidentes y los políticos estuvieron focalizados en controlar el poder, al límite o al margen de la Constitución. Desde el referendo que envileció el sistema político, pasando por el cierre inconstitucional del Congreso, hasta la destrucción del Estado para instalar una constituyente, son expresiones de la alienación de los gobiernos con respecto a la gobernabilidad. ¿A alguien se le ocurre que este tipo de gobiernos se iba a focalizar en la gobernabilidad o en la reconstrucción con cambios? Imposible. Capturar el poder al límite o al margen de la Constitución demanda la fotografía, la encuesta y el efectismo.
Por otro lado, es imposible reconstruir si la lógica de los gobiernos y los políticos apunta a demonizar al sector privado. La lucha contra la corrupción terminó paralizando al Estado en vez de mover las cosas hacia adelante. El Estado se sobrerreguló con montañas de procedimientos, que imposibilitaron la inversión privada, y los mecanismos a través de las obras por impuestos y de alianzas público privadas para invertir en infraestructuras dejaron de existir. En este contexto, la regionalización creó instancias que reproducían lo peor de la política y la institucionalidad; y entonces, todo empezó a confabularse para el fracaso en la reconstrucción. El fracaso de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios –que manejó más de S/ 25,000 millones– es la imagen que sintetiza la esquizofrenia de un Estado con recursos, pero que no puede invertir.
En este contexto, la reconstrucción a desarrollar debe convertirse en el inicio de la reforma del Estado y de la política. Creemos que todos los políticos –las derechas, las izquierdas y todas las bancadas del Congreso– deben focalizarse en la reconstrucción para que estas tragedias no vuelvan a suceder.
Igualmente, la estrecha colaboración entre el Gobierno y el sector privado para enfrentar el ciclón Yaku debería ser la antesala para reformar el Estado (reuniendo a gobiernos locales y regionales) y crear una organización estatal orientada al crecimiento y la inversión para resolver los problemas de infraestructuras y entregar servicios.
Si bien las tragedias revelan problemas gigantescos también se convierten en nuevas posibilidades para el país.
COMENTARIOS