Radicales contra el agua en Cajamarca

El proyecto de la represa de Chonta, en Cajamarca, permitirá solucionar el problema del agua  de la región. La iniciativa, que sumaría una inversión de S/ 647 millones, beneficiará a los distritos de Baños del Inca, La Encañada, Cajamarca, Jesús de la provincia de Cajamarca y Llacanora. Asimismo, el mencionado proyecto permitirá ampliar la frontera agrícola cajamarquina agregando 5,000 nuevas hectáreas a las más de 7,000 que existen en la actualidad. Pero eso no es todo. La construcción de la represa de Chonta creará más de 10,000 puestos de trabajo directos e indirectos. Para entender la magnitud del beneficio de este proyecto vale señalar que se calcula que garantizará agua de calidad a más de 322,000 personas y también electricidad, mediante una central eléctrica de 2.76 megavatios.

El proyecto —ubicado en el cauce del río Chonta, sobre los 2,854 metros sobre el nivel del mar y a 18 kilómetros de la ciudad de Cajamarca—, sin embargo, hasta hoy no se puede concretar. El motivo: la prédica de los sectores radicales y antisistema que, increíblemente, se opusieron al Estudio de Impacto Ambiental y buscaron por todos los medios bloquear la llamada licencia social. ¿Cómo se puede entender esta actitud de los radicales antisistema en contra de una región que en la ciudad solo tiene algunas horas de agua, y en la que la agricultura solo depende de las lluvias entre diciembre y marzo? Nadie lo entiende. Pero es evidente que los radicales no quieren solucionar el tema del agua para seguir demonizando a la minería y culparla de la falta del líquido elemento de la región.

Una mentira que no resiste el menor análisis. Las cifras son irrefutables: el 23% del agua en Cajamarca es utilizada en actividades agropecuarias, el 5% en la ciudad, el 2% en la minería y el 70% restante se pierde cuenca abajo por el río Marañón. ¿Cómo así los radicales antimineros señalan que la minería es responsable de la falta de agua en la región? Todo parece indicar que el radicalismo necesita de la escasez de agua, de la sed de la gente pobre,  para desarrollar su estrategia en contra de la minería y la producción de cobre del país.

En medio la escasez hídrica de Cajamarca, causada por la acción del radicalismo antisistema, la empresa privada lucha por avanzar para resolver el problema. Por ejemplo, la minera Yanacocha ha construido los reservorios de Chailhuagón y San José, que abastecen a decenas de familias de agricultores. Gracias a estas nuevas infraestructuras los campesinos de la región ahora pueden cultivar dos cosechas al año, a diferencia de cuando solo dependían de las lluvias de fines de año. Gracias al sector privado, los agricultores tienen agua de enero a diciembre, lo que les permite obtener más ingresos, mejorar sus cosechas y alimentar sus ganados.

La oposición de los sectores antimineros contra los mencionados reservorios es irreductible. En la actualidad exigen que Chailhuagón y San José sean administrados por el Gobierno regional con claros objetivos proselitistas. Ante esta situación, Yanacocha ha decidido entregar los reservorios a la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y a las comunidades campesinas.

Como se aprecia, a los sectores radicales antimineros no les interesa la falta de agua en Cajamarca. Todas sus prédicas a favor del agua, de las llamadas cabeceras de cuenca, solo tienen un objetivo: detener la producción minera. En función de esa estrategia, incluso, llegan a oponerse a un proyecto como la represa de Chonta, que podría solucionar el problema del agua en el campo y la ciudad de Cajamarca. A todas luces un verdadero crimen social.