Ponte en carrera y el Sunedu

Empoderar al consumidor es contradictorio con empoderar al burócrata.

El ministerio de Educación, el Ministerio de Trabajo e IPAE, acaban de inaugurar el observatorio Ponte en carrera, que mide la relación entre las carreras universitarias y el mercado de trabajo, es decir, el nivel de demanda de empleo, los promedios de remuneraciones de los egresados de las facultades. En general, se trata de otorgar la información necesaria que permitirá empoderar a los consumidores –estudiantes y padres de familia- para que se transformen en los principales agentes de la calidad y la excelencia académica.

Por ejemplo, si  los futuros postulantes se enteran, según información preliminar del observatorio, que las ingenierías en general y la especialidad de geología en particular, son las carreras mejor remuneradas, entonces, por allí se orientarán la demanda. Si a esto le agregamos que se determinará qué facultades y qué universidades tienen más empleabilidad, es evidente que la actividad de Ponte en carrera premiará a los claustros de calidad y castigará a los malos.

De una u otra manera Ponte en carrera es la antítesis de la reforma universitaria que implementa el sector Educación a través de la creación de la Superintendencia Nacional de Educación Superior (Sunedu) que, en vez de otorgar el poder al consumidor, crea una burocracia poderosa que determinará cuáles son los estándares de calidad y qué modelo debe organizar el sistema universitario.

Sin ser demasiado conscientes, los propios burócratas del sector se allanaron al observatorio Ponte en carrera que, más temprano que tarde, se convertirá en el principal escollo del Sunedu que hasta hoy viene privilegiando un solo modelo de universidad.

Para que Ponte en carrera cumpla sus objetivos, es decir, que la inversión en la educación de los hijos se realice con la mejor información posible se requieren dos condiciones: la primera que la oferta educativa sea amplia y variada. Es decir, se debe garantizar la oferta de la universidad pública, de la universidad asociativa (que eufemísticamente se autodenomina sin fines de lucro), y de la universidad societaria o privada. Si no se ofrecen todas las alternativas de poco serviría Ponte en carrera.

La segunda condición tiene que ver con la competencia. Si se empodera a los estudiantes y padres de familia y la escasez de plazas en las universidades públicas fomenta un poderoso segmento no público es evidente que se debe impulsar la competencia para acrecentar la calidad de los claustros y la accesibilidad de las pensiones.

De alguna manera es lo que ha venido sucediendo con la competencia de las universidades asociativas, lideradas intelectualmente por la universidad Católica, y las universidades privadas de excelencia. En las últimas dos décadas la inversión privada en la educación superior ha desatado una intensa competencia y, de una u otra manera, hoy se oferta mejor educación, pero con pensiones más baratas.

Sin embargo este ciclo virtuoso en la oferta educativa ahora se ahoga con la creación del Sunedu y la cancelación del Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación Superior (SINEACE) que echa por la borda el esfuerzo de más de 3000 comités de calidad en universidades, institutos y centros de educación básica que se habían movilizado para alcanzar los estándares de calidad establecidos.

No queremos ser aguafiestas con la celebración del inicio de Ponte en carrera, pero es más que evidente que este observatorio solo cumplirá sus objetivos si es que se deroga la ley del Sunedu y se elimina el sesgo en contra de la inversión privada del Ministerio de Educación.

24 - Jul - 2015