En la campaña electoral hacia el 2026 todos los candidatos debe...
La extrema ideologización que se ha desatado en las sociedades occidentales –un evidente producto de la libertad y la pluralidad–, de una u otra manera, ha convertido a las universidades y las llamadas organizaciones de la sociedad civil en actores políticos que, en muchos casos, incluso compiten abiertamente con los partidos políticos por el control de la opinión pública y la lógica del poder.
En las sociedades occidentales las organizaciones de la sociedad civil siempre han disputado las corrientes de la opinión pública y han opinado directamente en los asuntos de poder. Sin embargo, desde la hegemonía progresista y woke en Occidente las llamadas organizaciones de la sociedad civil no solo hacen trabajo cultural, sino que pretenden controlar el poder. En el Perú la crisis del sistema de justicia y la injerencia grosera de supuestas oenegés de Derechos Humanos es un derivado de esa influencia.
Algo parecido ha empezado a suceder con las empresas encuestadoras, que pretenden desarrollar acción política creando, ocultando o desarrollando publicidad superlativa sobre determinadas tendencias y corrientes electorales. Cuando eso sucede es imposible tomar las fotos correspondientes de las tendencias presentes en una coyuntura y, entonces, la empresa de opinión, en lugar de ser una herramienta para el análisis y las decisiones de los políticos se convierte en un motor de acción política.
Bajo esta extraña tendencia, las compañías encuestadoras han fracasado abiertamente en las últimas elecciones de Estados Unidos, en Argentina y en los comicios de Bolivia.
En el Perú el desarrollo de los últimos procesos electorales, en los que siempre aparece la amenaza de una fuerza antisistema, igualmente las encuestadoras han comenzado a desarrollar “una industria del medio en los sectores de la centro derecha”, ya sea para promover investigaciones y focus groups o favorecer “el despunte de algún candidato para la política”.
Otra de las características extrañas de las encuestadoras es que registran diversas fotografías en las tendencias que luego ajustan aceleradamente cuando se acercan la fecha de los comicios. Y a veces, las correcciones no tienen nada que ver con las primeras instantáneas.
¿A qué viene todo esto? Las encuestadoras han creado un candidato denominado M. Vizcarra que impide tomar la fotografía de las tendencias de hoy. El supuesto M. Vizcarra, que incluso ha aparecido segundo en las encuestas, sería el hermano de Martín Vizcarra. Y entonces los electores confunden a Martín con M Vizcarra.
En realidad, estamos ante un imposible, a menos que se trate de un fenómeno difícil de descifrar. Como todos sabemos Martín Vizcarra no puede ser candidato por las inhabilitaciones acumuladas y los temas penales. E igualmente, no parece posible que Vizcarra tenga la capacidad de endose que tuvieron Alan García y Alberto Fujimori. Por otro lado, la capacidad en endosar demanda cierta capacidad en el político que recibe la gracia. No hay nada en el hermano de Martín Vizcarra que lo haga posible de un trasvase electoral.
El tal M. Vizcarra, entonces, a lo mejor, ha aparecido para negarnos la foto de las tendencias del momento. ¿Cuál es esa fotografía? Que los candidatos de la centro derecha encabezan las encuestas y que si hoy fueran las elecciones, dos del lado diestro pasarían a la segunda vuelta.
Ahora bien, otro ángulo de la foto de hoy es que la mitad de los electores no ha decidido su voto, es verdad. Sin embargo, ¿en las fotografías de los siguientes meses puede emerger un outsider? Claro que sí. No obstante, lo más probable es que el outsider no venga de las canteras de la izquierda, por la misma razón por la que los candidatos de la centro derecha lideran las encuestas en la foto de hoy. ¿Cuál es la razón? Que la izquierda, el antisistema, ya llegó al poder con Pedro Castillo y todos entienden que el declive nacional empezó desde allí (más allá de que la involución comenzara una década atrás). La gente ya votó con los pies, ¿por qué habría de repetir la tragedia cinco años después?
La tragedia Castillo incluso ha templado la legítima ira de las provincias del sur ante la indolencia estatal: no hay una sola marcha, ninguna acción directa en el sur del país luego del golpe fallido de Castillo. E incluso hasta el antivoto que todavía mantiene Keiko Fujimori solo favorecería a una opción de la centro derecha y la posibilidad de una segunda ronda entre derechistas.
Tenemos, pues, derecho a tomar fotografías.
















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