La comisión de Constitución del Congreso de la R...
A estas alturas es incuestionable que las tres llamadas tomas de Lima, luego del golpe fallido de Pedro Castillo, han fracasado en todos sus objetivos. No han caído el Ejecutivo, ni el Congreso ni las instituciones republicanas y tampoco se ha instalado una asamblea constituyente. Hoy las instituciones democráticas se mantienen y nada indica que vayan a caer o se adelanten las elecciones. Por otro lado, las mayorías nacionales –incluidas las provincias del sur– han rechazado la violencia de las minorías y vanguardias comunistas que asaltaron aeropuertos, comisarías y edificios públicos y privados, causando más de 60 lamentables muertes.
La violencia insurreccional entonces ha fracasado de principio a fin. En este contexto, incluso, se plantea la necesidad de organizar una oposición democrática, dentro y fuera del Congreso, que lidere y represente el descontento nacional ante el fracaso, los yerros y las denuncias de corrupción en el Gobierno de Dina Boluarte. Una oposición que subraye su papel opositor dentro de la institucionalidad, pero que sea capaz de convocar a la unidad nacional en contra de la amenaza bolivariana.
Planteada estas aproximaciones, vale preguntarse si el fracaso de las llamadas tomas de Lima, ¿acaso significa el fracaso del antisistema? En otras palabras, si las fuerzas que proponen una constituyente y el modelo bolivariano, ¿acaso tienen posibilidades electorales? La izquierda ha perdido el control de las calles, no tiene fuerza para la acción directa de masas y el desarrollo de la violencia; sin embargo, creemos que sus posibilidades electorales hacia el 2026 están intactas.
¿Por qué planteamos semejante tesis? Porque el mayor logro del plan destructivo del Gobierno de Castillo, del eje bolivariano y de los sectores progresistas, es haber detenido el crecimiento de la economía y el proceso de reducción de la pobreza. La campaña por la asamblea constituyente y las nacionalizaciones del castillismo y la violencia del verano pasado, simplemente han bloqueado cualquier posibilidad de nueva inversión. El primer semestre de este año la economía creció cero y todo señala que la pobreza aumentará en el 2023.
El Perú en las últimas tres décadas redujo la pobreza del 60% de la población a 20% antes de la pandemia (hoy está en 27.5%); sin embargo, el antisistema amenazó en las elecciones del 2006, avanzó en el 2011 y ganó las elecciones del 2021. ¿Qué puede suceder ahora que el Perú aumenta la pobreza? Es incuestionable que las posibilidades del antisistema se multiplican.
Por todas estas consideraciones, el Ejecutivo y el Congreso deben ser capaces de converger en el relanzamiento del crecimiento y el proceso de reducción de pobreza en la sociedad. No obstante, ante las deficiencias e incapacidades del Ejecutivo se debe organizar una oposición nacional que señale con absoluta claridad que los responsables del aumento de pobreza son los sectores progresistas que llevaron al poder a Castillo, pese a ser el peor candidato de la historia nacional, y las corrientes comunistas que gobernaron propagandizando las propuestas de la asamblea constituyente y las nacionalizaciones.
Si en el Perú no emerge una oposición democrática que fiscalice y controle al Poder Ejecutivo, que represente la lucha y las propuestas para el relanzamiento del crecimiento y el proceso de reducción de pobreza y, por otro lado, sea capaz de convocar a la unidad nacional frente a la permanente amenaza bolivariana, entonces, se puede decir, que la mesa estará servida para el antisistema en el 2026.
Vale recordar e insistir en que las próximas elecciones nacionales serán las primeras, en tres décadas, que se realizarán en un contexto de crecimiento de la pobreza y de deterioro de la sensación de bienestar en la sociedad.
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