La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Semanas atrás tres instituciones –la Autoridad Nacional del Agua (ANA), el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) y el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM)– presentaron el informe titulado “Análisis de escenarios ante un desborde violento de la Laguna Parón para el nivel de peligro, provincia de Huaylas, departamento de Ancash” cuya conclusión pone los pelos de punta: el nivel de peligro por desborde de la laguna Parón es “muy alto”. ¿Qué quiere decir esa conclusión? Que en cualquier momento en la provincia de Huaylas, podría suceder una tragedia como en Yungay en 1970, cuando el desborde de la laguna Llanganuco provocó un aluvión y sepultó alrededor de 30,000 personas.
No obstante la alerta, algunas autoridades, líderes de la comunidad Cruz de Mayo (que administra el paso a la laguna Parón) organizaciones no gubernamentales y una parte de los activistas de la izquierda de la Iglesia católica de la zona cierran los ojos al informe técnico y simplemente consideran un “absurdo” la alerta. Negacionismo, absoluto.
En el informe también se recomienda la construcción de una estructura de “rebose alterna”, como “contingencia a las fallas de evacuación del recurso hídrico por el túnel de descarga, debido a lo obsoleto de las estructuras y a la falta de mantenimiento”. Aquí nos detenemos a explicar todo lo anterior. La laguna Parón tiene un sistema de descarga y drenaje de sus aguas que permiten mantener el nivel de la cota (punto de referencia que se utiliza para medir los niveles de embalse). Así, el nivel de la cota debe permanecer como máximo en 4,185 metros sobre el nivel del mar, sin embargo alcanza un promedio de los 4,192. Si bien la diferencia no es grande, sí lo es si se le multiplica por la superficie de la laguna.
Desde el 2008, la comunidad de Cruz de Mayo, con anuencia de las autoridades locales y con el apoyo “técnico” de las organizaciones no gubernamentales “ambientalistas”, han impedido que se haga el mantenimiento del sistema de descarga y drenaje, con el extraño cuento de que una empresa hidroeléctrica quiere “secar” las aguas de la laguna Parón. Huelga decir que no existe ningún estudio técnico que respalde los relatos y mitos que se han desarrollado sobre el “secado” de la laguna. Como aquel mito del pishtaco (oriundo de la zona), en el que un personaje extranjero mata a los lugareños para quitarles la grasa que servirá luego para echar a andar los motores. Aquí se cree que manteniendo la cota en 4,185 metros sobre el nivel del mar se pretende “secar” la laguna.
De hacerse realidad el riesgo del desborde de la laguna Parón, habrá varios responsables entre ellos las autoridades locales, además de los líderes de las comunidades con sus respectivos técnicos pagados por las oenegés ambientalistas. Asimismo, la responsabilidad recaerá en el Gobierno Regional de Áncash y alcanzará a los propios congresistas que, por sumas y restas políticas, apenas dicen algo.
El informe hecho y publicado por estas tres reconocidas instituciones se está relativizando. Solo esperamos que la tragedia de Yungay de 1970 no se repita.
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