Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
La guerra cultural que desarrolla el neocomunismo en las últimas décadas, no solo se ha desarrollado en los temas de la historia, los relatos de la violencia reciente y los asuntos de género, sino también en las cuestiones medioambientales. En su objetivo de detener la minería en el Perú, para favorecer a las minas de otros países, las oenegés y las corrientes comunistas y colectivistas han construido el relato de las “cabeceras de cuenca”. Un verdadero muñeco intelectual sin el menor sustento científico.
¿En qué consiste el relato de la cabecera de cuenca? Según esta leyenda el origen de las fuentes hídricas –es decir, el origen del agua que se destina al consumo humano y a la agricultura– comienza a partir de los 3,000 metros sobre el nivel del mar (msnm). Por lo tanto, si a esa altura empieza la fuente del agua para la vida y la agricultura, entonces, debemos evitar a cualquier costo que se contamine el área. Es decir, se debe prohibir la minería por encima de esa altura.
Pero, ¡oh sorpresa! El 80% de las minas que producen en el Perú y más del 85% de la cartera de proyectos mineros están por encima de los 3,000 m.s.n.m. La conclusión: a cerrar la minería, a volver al campo y retornar a la vida de subsistencia. Ese es el mensaje del comunismo empobrecedor, a partir de una falsedad científica y social.
La ciencia y las tecnologías nos enseñan que la fuente hídrica del agua para consumo humano y la agricultura son las lluvias. Es el origen de cualquier recurso hídrico. Por lo tanto, si un país requiere cosechar agua de la mejor calidad para el consumo humano y para la agricultura debe contar con una política pública para construir represas y reservorios.
A nuestro entender el Estado peruano debería tener una política pública para multiplicar las represas y los reservorios, sobre todo en las grandes áreas mineras. Así como se discute la urgencia de construir un ferrocarril en el sur del Perú y en el norte (en el llamado cinturón de cobre del norte en Cajamarca), igualmente se deben proyectar la construcción de represas y reservorios para generar agua para el consumo humano y la agricultura.
De esta manera, la minería no solo incrementaría la productividad de las diversas actividades regionales, sino que la propia agricultura pasaría a convertirse en un vagón del desarrollo. En vez de tener agua una sola vez al año por las temporadas de lluvia, se contaría con el líquido vital durante los doce meses. Varias siembras, varias cosechas.
La leyenda de la cabecera de cuenca alimenta la violencia porque aterra a los pobladores de las zonas bajas. El propio Congreso incluso aprobó una ley de cabeceras de cuenca que todavía no ha sido reglamentada.
La violencia y la paralización de la minería en el Perú, en gran parte, provienen de estos relatos de la incesante guerra cultural colectivista.
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