La comisión de Constitución del Congreso de la R...
La oposición está en un atolladero y en un desconcierto general. La estrategia de los sectores democráticos que defienden la Constitución y el equilibrio de poderes solo se reduce a la vacancia del jefe de Estado, la acusación constitucional y la suspensión temporal, pero todavía no existen los votos para formar mayoría y utilizar esas instituciones y procedimientos constitucionales.
Por otro lado, todos los demócratas entienden que la única manera de salir del desgobierno nacional y la destrucción que desata el gobierno de Pedro Castillo pasa por el Congreso. Cualquier otro camino significaría quebrar el orden constitucional y crear un escenario para posibles contraofensivas revolucionarias de los sectores colectivistas y comunistas. Sin embargo, otra vez lo repetimos, ¡todavía no hay los votos en el Congreso!
¿Acaso esta situación significa que la oposición está derrotada y no hay nada que hacer? De ninguna manera. Si la oposición actúa con inteligencia y prudencia, tarde o temprano, los votos llegarán frente a la destrucción nacional que causa el Gobierno. Por ejemplo, ¿por qué impulsar la vacancia presidencial se contrapone a representar los intereses inmediatos de la gente? Los precios de la canasta básica suben todos los días y golpean la economía familiar. Esos precios son inalcanzables para la gente por la inflación importada; pero sobre todo porque la inversión privada, que genera empleo y reduce pobreza, ha caído dramáticamente. Si no hay empleo para reducir la pobreza, los ingresos no se recuperarán a los niveles previos a la pandemia. En ese contexto, la subida de precios devasta la economía de la gente. ¿Quién representa esta tragedia de la sociedad?
Igualmente, vale preguntarse si la lucha por la vacancia presidencial debe llevar a ignorar la importancia de la Misión de la OEA para el objetivo de organizar una transición política del desastre nacional. La oposición no ha unificado una agenda común para dialogar con la misión internacional y menos ha forjado su unidad, como si se creyera que todo está jugado en la comitiva internacional. Incluso si así fuese, la buena política exige agenda y unidad para tratar con la OEA.
Otro ejemplo del desconcierto general de la oposición, por ejemplo, tiene que ver con la renuncia del Congreso a derogar los decretos laborales del Ministerio de Trabajo (MTPE), que buscan colectivizar las relaciones laborales para ahogar la inversión privada que genera empleo. Igualmente, otro ejemplo de la confusión opositora es el silencio frente a la destrucción de la minería moderna que desarrollan las minorías radicales y la indolencia ante el avance del maoísmo en el control del sistema educativo y del Ministerio de Educación (Minedu).
Los sectores de la oposición consideran que están cumpliendo con su papel solo impulsando la vacancia –más allá de los votos realmente existentes–, mientras renuncian a dar batallas parciales que comienzan ser victorias del Gobierno y las corrientes vinculadas al Foro de Sao Paulo. Creemos que no hay razones para que la lucha por la transición política no se vincule con demandas y batallas parciales. De lo que se trata es de vincular las dos estrategias, porque la gente quiere el relevo de Pedro Castillo, sobre todo por la destrucción de la economía familiar.
La estrategia cubana en Venezuela y en los países donde ha triunfado el eje bolivariano siempre pasó por polarizar el país entre dos sectores en guerra final. Una situación que llevó a los sectores opositores a ver solo a través del blanco y el negro. En Venezuela los opositores creyeron que la lucha empezaba y terminaba solo con la salida del chavismo y se olvidaron de desarrollar batallas parciales que posibilitan formar grandes alianzas entre los convencidos y los que están por convencer; y que permiten, finalmente, la unidad de un amplio arco opositor.
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