La hora del pacto político

Por segunda vez el Gabinete no recibió el voto de investidura

En un hecho inédito en nuestra historia republicana el Gabinete Ana Jara no recibió el voto de investidura del Congreso por segunda vez. A favor de la confianza se pronunciaron 53 congresistas, 2 en contra y 58 se abstuvieron. En la medida que no se trata de una votación mayoritaria en contra, sino de una mayoría de abstenciones, estamos ante la posibilidad que el Gabinete Jara continúe porfiando por alcanzar el voto de investidura, pero, a estas alturas, ha quedado claro que no se normalizarán las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo a menos que se produzca un acuerdo político serio.

Nuestra democracia se ha sumergido en una virtual de crisis de gobernabilidad porque el régimen desarrolló una polarización sin cuartel con la oposición desde su primer día de gestión. No hay mayor expresión de una situación de ingobernabilidad en democracia que una abierta confrontación entre el Ejecutivo y el Legislativo. Pero no es momento de buscar culpables ni de establecer sanciones. Es hora de superar este impasse constitucional que paraliza al Estado y a la sociedad más allá de que la administración pública continúe funcionando.

El gobierno debe entender que debe sentarse a dialogar y la oposición igualmente debe proponer acuerdos que sean razonables. Toda la oposición se ha aglutinado en contra de cualquier gesto autoritario de la administración humalista y semejante hecho representa una gran noticia. Pero la izquierda pretende utilizar esta coyuntura para modificar la política económica. ¿Cómo separamos la paja del grano para producir un acuerdo que fortalezca la democracia y la lucha contra la desaceleración?, debería ser la pregunta a formularse en estas horas en que la democracia peruana camina a filo del abismo de una crisis de gobernabilidad.

Si el acuerdo es la única fórmula que tenemos para superar el enfrentamiento entre los dos poderes del Estado todas las salidas deberían subordinarse a ese pacto. Por ejemplo es evidente que una jefa de Gabinete con dos negativas de investidura del Legislativo es una política duramente golpeada, con la autoridad mermada. ¿Debería haber un nuevo presidente del Consejo de Ministros? Esta debería ser la última pregunta de un diálogo entre el gobierno y la oposición, todo debería subordinarse a la agenda de un eventual pacto.

En este Portal se ha sostenido reiteradamente que la causa principal de la ingobernabilidad proviene de Palacio, las intromisiones de Nadine Heredia en la función ministerial y la extremada polarización política. Sin embargo también es necesario reflexionar sobre la oposición. Nadie puede negar que las fuerzas opositoras siguen cumpliendo con el primer deber de cualquier oposición en democracia: garantizar la alternancia en el poder. De una u otra manera, en medio de yerros descomunales, los actores no oficialistas le han reducido el espacio a cualquier sueño autoritario en Palacio. Punto de oro para la oposición.

No obstante, durante los debates sobre el voto de investidura, la oposición parece haberse desentendido de las grandes discusiones sobre el modelo, el crecimiento, y la paralización de las inversiones. Que el fujimorismo y el aprismo se mimeticen con las fuerzas de izquierda que buscan sacar a Miguel Castilla del Ministerio de Economía y Finanzas solo nos revela que estas fuerzas ya empezaron la calistenia electoral hacia el 2016. Considerando las dudas hamletianas sobre el mercado de este régimen, ¿qué vendría después de una salida abrupta de Castilla? Considerando también que, en el gobierno, existen dos proyectos con respecto a la inversión en recursos naturales: la visión de Castilla y los ministros de la producción que promueven los emprendimientos y que se enfrenta a los criterios del Ministerio del Ambiente, que han logrado paralizar y bloquear muchos proyectos, ¿a qué juega el fujimorismo y el aprismo? Nadie lo entiende.

La conducta de la oposición política en el Legislativo de desentenderse del curso económico del país no es sino la otra cara de la medalla del comportamiento de un sector de la dirigencia empresarial que se desentendió de los guiños autoritarios del régimen, de las intromisiones anti constitucionales de Nadine Heredia en la función ministerial, con el objeto de evitar el cambio del modelo económico. Los políticos pelean por garantizar la alternancia democrática creyendo la que economía no cuenta y un sector de empresarios lucha por mantener el modelo económico ilusionándose con que la política no importa. Tremendo error.

Es hora de reflexionar sobre el tema porque tanto políticos democráticos como dirigentes empresariales bienintencionados irán por lana pero volverán trasquilados. La estabilidad de la democracia y el crecimiento económico en mercado son dos fenómenos de un mismo proceso, muy difícil de separar. Hasta hoy la libertad se preserva pese a la crisis de los partidos y al descrédito general de las instituciones porque la economía ha continuado creciendo y reduciendo la pobreza. Con el frenazo, ¿no se reactiva la propuesta estatista y el reflejo autoritario?

Vale recordar que cuando políticos, empresarios, ciudadanos y medios, se unieron en un solo criterio evitaron la compra de La Pampilla, que buscaba restablecer el monopolio de los combustibles, y también la llamada “repartija”, que apuntaba a controlar las instituciones tutelares. Cuando hubo esa convergencia, cualquier amague autoritario, estatista, tuvo que archivarse.