La Gran Transformación de Verónika

Las raíces chavistas de la candidata del Frente Amplio

Cuando se califica de “chavista” a Verónica Mendoza, la candidata presidencial del Frente Amplio (FA), sus defensores suelen señalar que se trata de una estrategia de “guerra sucia”. Sin embargo los antecedentes políticos de Mendoza están estrechamente ligados al programa de la Gran Transformación que presentó Ollanta Humala en la primera vuelta electoral del 2011 y que luego se desechara, cambiándolo po la llamada “Hoja de Ruta”. Bueno, para nadie es un secreto que cuando Mendoza se retiró del nacionalismo argumentó que lo hacía porque se había abandonado el plan de gobierno archivado.

Pero no solo se trata de antecedentes. El Frente Amplio es el único partido, de los cinco que encabezan las preferencias electorales, que se ha opuesto al Acuerdo Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) que le permite al Perú participar en el área de libre comercio más grande del planeta, que representa el 40% del PBI mundial y un universo de 800 millones de potenciales consumidores. Si prosperara la iniciativa del FA, de alguna manera, el Perú entraría en colisión con los 17 TLC que ha firmado con diversas regiones del planeta y se embarcaría en el camino del proteccionismo que ha conducido a la recesión a Venezuela y Brasil. ¿Cómo definimos semejante posición en contra del TPP. ¿Proteccionismo? ¿Chavismo? ¿Epifenómeno de la Gran Transformación?

Verónica Mendoza se ha atrevido a más. Es la única candidata de los cinco que encabezan las preferencias electorales que ha propuesto derogar la Constitución de 1993, con el conocido argumento que se trata de una constitución fujimorista.  Si analizamos el plan de gobierno del Frente Amplio, entonces, se trata de una propuesta absolutamente coherente. La Constitución del 93 consagra la preeminencia de la propiedad privada y la competencia en la economía de mercado, la inviolabilidad de los contratos, y el papel subsidiario del Estado en la economía.

En otras palabras, la actual Carta Política es una verdadera muralla en contra del Estado empresario que hoy hunde a Venezuela, y es un poderoso dique en contra de posibles nacionalizaciones de inversiones privadas en recursos naturales. La Carta del 93 entonces es un enemigo constitucional de las iniciativas del Frente Amplio. ¿Cómo calificar a esta postura de Mendoza? ¿De chavista o anti constitucionalista?

No solo hablamos de propuestas sino de trayectorias y conductas. La historia de la señora Mendoza está vinculada al nacionalismo del 2006, el del indiscutible polo rojo; además, ella ha sido vinculada a las agendas de Nadine Heredia. El señor Marco Arana es integrante de la plancha presidencial del Frente Amplio y su trayectoria está enlazada a los bloqueos de los proyectos mineros Conga y Tía María. ¿Cómo considerar a estas historias personales? ¿Simple pasado político o claras trayectorias chavistas?

Los defensores del Frente Amplio argumentan que Mendoza no es chavista porque Arana y otros seguidores han deslindado con el modelo venezolano que se basa en el “extractivismo petrolero”. Interesante sofisticación ideológica. Sin embargo todas las propuestas de Mendoza nos recuerdan al proteccionismo, al Estado empresario y a la demonización del sector privado, protagonista clave de la libertad política y económica. ¿Cómo se definen esas propuestas? ¿Estatistas o chavistas? Elija usted.

Llamar chavista a Verónica Mendoza entonces no es un acto de guerra sucia. Se trata solamente establecer un deslinde ideológico de cara a sectores de la juventud que, alimentados de antifujimorismo y antiaprismo, hoy consideran que  el rostro de la señora Mendoza puede ser parte de la renovación de la política.

Nuestro deber es alertar que propuestas como las del Frente Amplio dibujan enormes interrogantes sobre la libertad política y económica.