Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Hay un aspecto en que el Gobierno de Pedro Castillo ha sido coherente y eficaz: ¡en detener tres décadas de crecimiento y de proceso de reducción de pobreza en apenas cinco meses de gobierno!
Una verdadera hazaña, considerando que el modelo económico peruano era una estrella de los países emergentes, porque había triplicado el PBI y había logrado reducir pobreza del 60% de la población a solo 20%. Una verdadera hazaña, igualmente, porque el modelo había derribado la tradicional división de la sociedad entre los criollos y las mayorías andinas, generalmente excluidas del voto y la propiedad. El modelo convirtió a los migrantes marginados en las nuevas clases medias consumidoras de las ciudades y surgió una nueva burguesía que comenzaba a superar las tradicionales divisiones de la peruanidad.
El mejor momento económico y social de nuestra historia republicana, el mayor momento de inclusión social, ha sido detenido en seco por la administración de Pedro Castillo y las corrientes comunistas y colectivistas.
Si bien la economía crecerá en 13% del PBI por el rebote de la brutal recesión del 2020, y el déficit cerrará en 3% porque el Estado consiguió US$ 8,500 millones adicionales en ingresos –por los altos precios de los minerales, los pagos adelantados de obligaciones corporativas (pese a estar en litigios) y la nueva deuda pública–, la inversión privada se desplomará.
Las proyecciones indican que la inversión privada crecerá cero o se desplomará en 20 puntos. ¿Qué significa semejante proyección? Que se ha empezado a destruir el modelo económico para sustituirlo con el estatista y proteccionista que ha empobrecido a todas las sociedades en el siglo XX. ¿Por qué? Porque el modelo económico se basa en la inversión privada. No hay término medio. Del total de la inversión nacional, el 80% siempre correspondió al aporte privado. Del total de la hazaña antipobreza del modelo peruano –reconocido en el mundo–, el 75% siempre ha sido aporte privado, mediante la inversión y creación de empleo. El resto ha sido contribución del Estado y de las oenegés.
Detener ese crecimiento entonces ha sido el mayor logro del proyecto bolivariano en el Perú y en América Latina. Sin embargo, pese a haber detenido el crecimiento, el proyecto estatista no ha logrado cambiar las vigas maestras del régimen económico. No ha logrado cambiar la institucionalidad económica (BCR, Superintendencia de Banca, entre otras), ni han pasado las propuestas de la constituyente, de las nacionalizaciones, de la segunda reforma agraria y de la reforma tributaria del Ministerio de Economía y Finanzas.
El colectivismo y las corrientes comunistas, si bien están en el Ejecutivo y detienen el crecimiento, no pueden cambiar el modelo económico. Sin embargo, si el frenazo económico continúa empezarán a inclinar la balanza a favor de su proyecto totalitario de la constituyente. ¿Por qué? La lentificación del crecimiento aumentará la pobreza y erosionará el avance de las nuevas clases medias, y desencadenará una masiva quiebra del sector privado. En este contexto, el comunismo buscará que el Estado “redistribuya la riqueza”, “colectivice e iguale los ingresos”, para generar la ilusión de “justicia social” y forzar una constituyente y producir una salida autoritaria.
Por todas estas consideraciones ahora que el Ejecutivo parece dar un paso atrás en la constituyente y las nacionalizaciones frente a la masiva resistencia nacional, es incuestionable que las grandes batallas contra el totalitarismo colectivista se librarán en la economía. Un ejemplo: el sector Agricultura acaba de aumentar la franja de precios en el azúcar, la leche, el maíz y el arroz. ¿Para qué? Nadie lo entiende, a menos que el libreto proteccionista cepalista haya resucitado del sarcófago.
No existirá entonces oposición si no se libra la batalla económica, ya sea en el terreno fiscal, los aranceles, la defensa del régimen económico y una contraofensiva legal que derribe todos los muros estatistas y proteccionistas que ha levantado el progresismo en los últimos años.
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