¡Fuerzas promercado totalmente desenfocadas!

Enfrentamiento Ejecutivo-Legislativo favorece al antisistema

De una de las maneras más sorprendentes posibles, Marco Arana y el Frente Amplio lograron hacer pasar una ley que puede ser una verdadera bomba nuclear en contra de la minería y la inversión en recursos naturales en el Perú. Sucede que, según esta norma, se determinará qué zonas sobre los 3,000 metros sobre el nivel del mar pueden ser declaradas como “cabeceras de cuenca” y, por lo tanto, posibles de convertirse en zonas excluidas de potenciales inversiones.

Considerando que Fuerza Popular tiene 70 congresistas, la mayoría absoluta del Congreso, y que el Ejecutivo está repleto de tecnócratas promercado, ¿cómo pasó esta ley, esta verdadera locura antisistema? La mencionada norma ya es ley firme porque fue firmada por autoridades como Luz Salgado, Pedro Pablo Kuczynski y Fernando Zavala.

La única explicación de este despropósito es que tanto el pepekausismo como el fujimorismo estaban demasiado distraídos afilando cuchillos para hacerse daño en la pasada polarización, que culminó con la caída del Gabinete Zavala. Por si acaso, el concepto de cabecera de cuenca es un muñeco más de la juguetería ideológica de Arana para frenar a la minería: se sostiene que los acuíferos y los ríos del Perú se forman en las cabeceras de cuenca. ¿Los ríos, acuíferos y lagunas acaso no se forman por las lluvias? Si se trata de cosechar agua para la agricultura y la población, entonces, se debe construir represas y reservorios siguiendo el ejemplo de los países desarrollados. ¿Por qué el muñeco de Arana? Porque la mayoría de las minas del Perú, particularmente las que producen cobre, están por encima de los 3,000 metros.

La emboscada ideológica de Arana es el mejor ejemplo de cómo el enfrentamiento entre Fuerza Popular y Peruanos por el Kambio favorece largamente a las fuerzas antisistema en el Perú. En ese camino, detener las inversiones mineras es fundamental para los objetivos de la izquierda radical, porque sin minería el país ya se habría desbarrancado en el peligroso abismo de la recesión.

Ejemplos de estas guerras sin sentido entre ambos sectores políticos hay muchos. En el sector Educación, por ejemplo, en la gestión de Jaime Saavedra se priorizó el enfrentamiento con el sector privado de la educación y los temas de género, mientras se abandonaban las políticas meritocráticas en la escuela pública; hoy las políticas meritocráticas vuelven a ser amenazadas por el radicalismo magisterial. En medio del humo de las pasadas confrontaciones Ejecutivo-Legislativo, el radicalismo antiminero continuó implementando su estrategia —fracasada hasta hoy— para estrangular el corredor minero del sur y detener la producción nacional de cobre.

Las reuniones de la presidenta del Consejo Ministros, Mercedes Aráoz, y el titular del Congreso, Luis Galarreta, parecen indicar que comienza a imponerse una saludable distensión, luego de la terrible polarización de los últimos días. Ambos líderes políticos deberían entender la enorme responsabilidad que tienen para volver a enfocar a sus respectivas organizaciones en los temas urgentes del Perú: desde la implementación de reformas de segunda generación, para seguir creciendo y reduciendo pobreza, hasta controlar el desborde de la inseguridad ciudadana. Según Apoyo y Consultoría, la diferencia entre un escenario optimista o pesimista en términos políticos puede variar el crecimiento del PBI del próximo año en 1.7%. Una barbaridad, considerando que el Perú tiene que crecer 3.5% del PBI como mínimo para seguir reduciendo pobreza.

Si no se apunta hacia la convergencia política es incuestionable que en el 2021 nuevamente,una fuerza antisistema intentará ganar las elecciones nacionales, en medio de la falta de entendimiento de las fuerzas promercado. Quienes consideran que el piso está demasiado parejo deberían recordar que en las elecciones del 2006, del 2011 y del 2016, el Perú, casi por un pelo, se salvó del triunfo de una alternativa anticapitalista. ¿O no?