¡Es la Basura, estúpido!

Ineficiencia del estado es responsable de mayores fuentes contaminantes.

Mientras los grupos radicales desatan la violencia contra la inversión privada en recursos naturales inventando amenazas contra las fuentes de agua, la verdadera contaminación es ocultada por los extremistas: el Perú produce 18,000 toneladas de basura diarias, de las que el 68% van a parar a  botaderos clandestinos, muchos de los cuales están en ríos y lagos, según un informe que acaba de difundir el Ministerio del Ambiente.

Solamente el 42% de esa enorme cantidad de basura es llevada a los 11 rellenos sanitarios autorizados que existen en el Perú, una cantidad exigua de esos depósitos para la dimensión de nuestro país. El resto termina en botaderos, muchos de los cuales están en los lechos de los ríos y en las aguas de los lagos.

Según el MINAM, se calcula que hay al menos un botadero de basura por ciudad, lo cual supone que en total habría más de 1,851 botaderos que contaminan las fuentes de agua y propagan enfermedades al ser arrojados en ellos residuos de toda clase, como por ejemplo la basura que producen los hospitales, que está llena de agentes patógenos.

En el MINAM existe desde el 2011 un proyecto de erradicación de los botaderos que cuenta financiamiento de la Cooperación Japonesa (JICA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Sin embargo, recién una empresa contratista ha iniciado la fase de “diagnóstico” en 32 ciudades, para el cierre y sustitución por rellenos sanitarios.

La otra gran fuente de contaminación, sobre la cual también se callan los pseudo-ecologistas radicales, son los desagües. Cada día se arrojan a las alcantarillas 2.2 millones de metros cúbicos de aguas servidas, de las que solo un 32% recibe tratamiento.

La mayor parte de esas aguas son vertidas a los ríos, lagos y al mar. Los ríos Tumbes, Piura, Santa, Mantaro, Ucayali, Amazonas, Mayo y muchos otros más, los lagos Titicaca y Junín, y el mar de Lima, el Callao y Chimbote; son contaminados así con toneladas de excrementos, detergentes, residuos industriales, petróleo, aceites y otras sustancias tóxicas para las plantas y animales acuáticos. También por agentes patógenos como bacterias, virus, hongos, huevos de parásitos, amebas, etc., que causan enfermedades.

¿Por qué los radicales prefieren callarse frente a estos graves problemas y centrarse solo en atacar proyectos mineros que trabajan con los más altos estándares de protección ambiental? Hay dos razones, ambas ideológicas y políticas. La primera es porque en realidad no les interesa defender el ambiente sino impedir que haya inversiones privadas en recursos naturales. De esta manera frenan el avance del crecimiento que es uno de los pilares del modelo económico, el cual desean destruir para restaurar el estatismo.

Y en segundo lugar porque los principales responsables de la peor contaminación del país -basura y desagües- están en las entidades del estado incapaces de dotar al país de rellenos sanitarios idóneos, y en las empresas públicas de saneamiento (EPS), que no tratan las aguas servidas debido a su ineficiencia. Los radicales no están dispuestos a reconocer que el estado y sus empresas, que ellos idolatran, son la causa de los problemas ambientales mayores. Políticamente les conviene más culpar a las empresas privadas.

Queda claro entonces -una vez más- que la peor contaminación ambiental que enfrenta el país es la falta de una buena disposición final de la basura y la ausencia de plantas de tratamiento de aguas servidas, ambas responsabilidades del estado ineficiente. Todo lo demás es cuento chino.