Editorial Política

El regalo diversificador

El regalo diversificador
  • 11 de agosto del 2014

Sobre la diversificación productiva y el riesgo de su aprovechamiento ideológico                                   

En una entrevista en Perú 21, el ex presidente Alejandro Toledo se autodefine como de centro izquierda y levanta las banderas de la diversificación industrial como el eje económico de la oferta electoral de Perú Posible. Coincidentemente, el régimen humalista, al que todos ubican en una geografía política parecida, acaba de lanzar un Plan de Diversificación Industrial en base a las disquisiciones de Piero Ghezzi, ministro de la Producción. Es evidente, pues, que se está gestando una crítica contra el modelo económico que se ha implementado en el último cuarto de siglo y que ha reducido la pobreza y la desigualdad sin precedentes en nuestra historia.

Nadie está en contra de la necesidad de discutir sobre cómo seguir diversificando la economía del país, pero el problema es que detrás de los estandartes de la diversificación se esconde el intento descarado de lavarle la cara al Estado y también a los lobos anti mercado de siempre.

Más allá de la certeza o justeza de los diagnósticos de los llamados “diversificadores”, las críticas apuntan a echarle la culpa de la desaceleración económica y los retrasos económicos y sociales del país a una supuesta dependencia de los precios de los minerales, no obstante que Occidente y Europa han retomado el crecimiento, que China crece por encima del 7% y que los precios del oro y el cobre están sobre el promedio de la última década. De allí al intervencionismo estatal hay menos de un milímetro.

Como para los diversificadores no hay problema con la paralización de los proyectos mineros, petroleros y energéticos, con la tramitología que ha crecido como una selva impenetrable, ni con el dramático déficit de infraestructura, entonces, la culpa está en el modelo, en el mercado y sus fallas. Como en el caso de las universidades, el Estado sale libre de polvo y paja y aparece como el salvador de los desastres del mercado. Allí está la receta, ese es el libreto. ¿El régimen que asigna ganadores y perdedores en la manufactura?

Piero Ghezzi y José Gallardo, autores de Qué se puede hacer con el Perú, se han erigido en los ideólogos de la diversificación dentro del régimen humalista. Al César lo que es del César. El mencionado texto es un monumento al marketing económico en el mejor sentido del término. En el diagnóstico hacen todas las concesiones habidas y por haber a la izquierda: de repente los éxitos del modelo en la lucha contra la pobreza y la desigualdad no eran tales sino relativos, los avances en productividad eran chancayes de medio, el empleo adecuado apenas había cambiado y otras cosas parecidas. Sin embargo, en la propuesta no le tocan un pelo al modelo. No se atreven. Sin temor a equivocarnos, dicen lo mismo que economistas como Luis Carranza, Roberto Abusada y el Portal Lampadia. Pero la estrategia rindió sus frutos: la izquierda levantó Ghezzi como la alternativa a Miguel Castilla en el MEF y el asunto de la diversificación aterrizó en Palacio de Gobierno.

El llamado Plan de Diversificación habla de promoción de la diversificación, adecuación de regulaciones, simplificación administrativa y expansión de la productividad. En otras palabras, lo mismo que economistas serios venían exigiendo para que el aparato estatal no sea una rémora de los éxitos del mercado: reformar el Estado, acabar con las sobre-regulaciones, resolver el trágico déficit de infraestructura para que la economía continúe creciendo, diversificándose, complejizándose, a mayor velocidad que la presente. ¿Tanta finta para plantear lo mismo?

Los diversificadores del régimen puede que hayan ganado colocando el tema en la agenda de Palacio y gozado de un sostenido impacto mediático, sobre todo, en los medios de izquierda. Pero hasta hoy no advierten que han creado un escenario propicio para que los enemigos del modelo manipulen el asunto en la agenda del 2016. De pronto, los defensores del estatismo y del intervencionismo, que estaban en cuidados intensivos por la falta de papel higiénico en Venezuela, hoy se ven tranquilos por el regalo ideológico. Si el propio Alejandro Toledo ya agita las banderas diversificadoras, es evidente que Ciudadanos por el Cambio y Tierra y Libertad, enemigos de la economía libre, desplegarán todas sus pancartas con el concepto mágico que les ha regalado el ministro Ghezzi.

Aquí nadie cree que el ministro Ghezzi tenga algo que ver con el estatismo. Nos parece un economista y un técnico de primera. Es un activo del Gabinete de Ana Jara. El problema es que, como se dice, es demasiado marketero. Para evitar malos entendidos, él personalmente debería encargarse de explicar las diferencias entre un diversificador estatista y otro diversificador pro mercado.

  • 11 de agosto del 2014

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