¡El Perú demanda la renuncia del Presidente!

Luego de conocerse los kenjivideos —en los que Kenji Fujimori, Bienvenido Ramírez y Guillermo Bocángel (integrantes del autodenominado grupo de los Avengers) le ofrecen obras y diversas dádivas a nombre del Ejecutivo al congresista Moisés Mamani de Fuerza Popular, con objeto de que vote en contra la vacancia presidencial— la permanencia de Pedro Pablo Kuczynski en la primera magistratura de la Nación es inviable e inimaginable.

La imagen de Kenji con sus seguidores ofreciendo inversión pública, en el acto evocó en la ciudadanía —respetando las distancias— los vladivideos de Montesinos, que terminaron derribando al Fujimorato de los noventa. Los ahora llamados “kenjivideos”, en medio de la polarización Ejecutivo-Legislativo más cruenta de la reciente historia, convierten a la Presidencia de Kuczynski en la peor amenaza para la actual democracia, que acumula cuatro elecciones sucesivas sin interrupciones y avanza hacia los comicios del 2021. Si a esto le sumamos las transferencias millonarias de Odebrecht a Westfield y First Capital, establecidas en una nota de inteligencia de la UIF, simplemente la Presidencia de PPK se vuelve inmanejable.

En un mínimo acto de patriotismo, el presidente Kuczynski debería ahorrarle a la democracia el penoso espectáculo de la sesión plenaria del próximo jueves. Hasta el propio señor Alberto Borea, abogado del jefe de Estado, aparece en estos videos haciendo algún tipo de gestión ante el congresista Mamani. Si el señor Kuczynski guarda el necesario respeto por la patria y la actual experiencia democrática debería, entonces, renunciar al término de la distancia.

La prueba de que la demanda de la renuncia del jefe de Estado comienza a convertirse en un clamor nacional es que los sectores del Congreso que se mantenían renuentes a apoyar la segunda moción de vacancia presidencial, luego de conocerse los kenjivideos, empezaron a exigir la dimisión del Presidente. Así lo hizo Alianza para el Progreso, el congresista Jorge del Castillo —que había inclinado a una minoría de la bancada aprista hacia el pepekausismo—, los sectores dubitativos de Acción Popular e incluso parlamentarios como Alberto Belaunde y Vicente Zevallos. En otras palabras, la suerte de Kuczynski parece echada. Y luego de su eventual renuncia, su situación se convertirá en tema de la justicia ordinaria.

Ningún peruano de buena voluntad puede alegrarse de esta situación extrema en la democracia peruana, en la que no puede haber vencedores ni vencidos. En todo caso, vale recordar que avanzar hacia quinta elección nacional sin interrupciones representa un hecho inédito en la historia del Perú. Sobre todo considerando que gracias a la actual Carta Política los más de 30 millones de peruanos hoy son protagonistas de la democracia con con los mismos derechos al voto y la propiedad, a diferencia de las experiencias democráticas previas.

Igualmente no se debe olvidar que gracias al crecimiento en base a la inversión privada el país ha logrado reducir la pobreza del 60% de la población a solo 20%, expandir las clases medias y alcanzar un bienestar como nunca antes había sucedido.

Por estas consideraciones todos estos activos institucionales, económicos y sociales deben preservarse. Luego de la renuncia presidencial, el Perú —a semejanza de las mejores tradiciones de Estados Unidos, la experiencia republicana por excelencia— deberá implementar la línea de sucesión republicana establecida en la Constitución. El gobierno de Martín Vizcarra deberá reorganizar la gobernabilidad con el concurso de las principales fuerzas de oposición en el Legislativo. En este contexto un Gabinete de Unidad Nacional debería convertirse en el puente que restablezca las relaciones Ejecutivo y Legislativo que, simplemente, dejaron de existir en los dos años de administración pepekausa.