La comisión de Constitución del Congreso de la R...
A estas alturas empieza a quedar en evidencia que detrás de la propuesta de la asamblea constituyente existe el intento de construir un relato que oculte el estallido social que se ha producido en contra del Ejecutivo. Y que, por otro lado, permita el contragolpe colectivista en caso de un eventual colapso general de la administración Castillo.
Cuando el Gobierno de Castillo tiene una desaprobación general que supera el 70% de la ciudadanía, cuando carece de una mayoría propia en el Congreso, cuando no controla las fuerzas armadas ni la policía –instituciones hoy apegadas al estricto marco constitucional–, la propuesta de la constituyente es una especie de negación y fuga hacia adelante. Es algo así como levantar humaredas para tapar el desastre nacional que salta al primer golpe de vista. El Gobierno no tiene la fuerza ni las posibilidades de implementar semejante proyecto.
Si estas estrategias de distracción son posibles –tal como ya lo hemos sostenido– solo se explica por la incapacidad de la oposición y de la mayoría del Legislativo para forjar una alternativa ante el derrumbe del Gobierno. El desplome de la administración Castillo produce un gigantesco vacío de poder, pero la oposición no se atreve a asumir su papel.
¿Por qué se ha producido un estallido social contra el Gobierno de Castillo? Porque el Gobierno de Perú Libre y el Movadef, con sus anuncios de la constituyente y de la nacionalización de los recursos naturales, ha detenido tres décadas de crecimiento y de proceso de reducción de pobreza. La inversión privada, el motor y el combustible del crecimiento, se ha desplomado, y el crecimiento es tan magro que no hay suficiente empleo y aumenta la pobreza. Lo más devastador de todo: el Perú podría estar creciendo sobre el 6% y reduciendo varios puntos de pobreza con el aumento general de los precios de los minerales, sobre todo los del cobre.
Es evidente que no hay relato ni fábula que funcione con el frenazo de tres décadas de prosperidad y reducción de pobreza en apenas meses de gestión. Lo saben los militantes de Perú Libre y también lo entienden los asesores cubanos que pretenden apoderarse del país. De allí proviene la propuesta de la constituyente.
En los próximos días con el incremento del precio del dólar y el reinicio de la fuga de capitales –consecuencias naturales del proyecto de la constituyente– es probable que las movilizaciones ciudadanas en contra de la constituyente y el cambio de régimen económico y social se reinicien. En ese contexto, quedará en absoluta evidencia que los paros de los cascarones sindicales que bloquean carreteras y las reuniones de Castillo con los militantes comunistas en locales cerrados y vetados para la población –en provincias–, no pasan de los centenares. no obstante que el Estado está movilizando todos los recursos fiscales a favor de esta estrategia.
La propuesta de la asamblea constituyente es, entonces, el intento de armar una fábula y echar humaredas sobre el estallido social en contra del Gobierno de Pedro Castillo y avizorar la posibilidad de una estrategia en caso de que se derrumbe el gobierno bolivariano. El sueño de un contragolpe bolivariano pretende señalar que uno de los mayores desastres y procesos de destrucción nacional no se debe a la incapacidad general del Gobierno de Castillo y a la tozudez ideológica de sus militantes, sino a la vigencia de la Constitución de 1993 –que impedía “los cambios revolucionarios”– y a la conspiración de los monopolios y la burguesía nacional.
En cualquier caso, si esta situación se presenta, a pesar de que el Ejecutivo se derrumba a pedazos, solo se explica por la incapacidad de las fuerzas de oposición para organizar una salida y transición del desastre nacional causado por Castillo.
Cuando más se demora la oposición en organizar la salida alternativa, más responsabilidad asume en la tragedia nacional.
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