Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Entre los diversos frentes adversos que la administración Castillo se ha creado a pulso propio, el Ejecutivo parece extremadamente preocupado por la subida del precio del dólar y el incremento de precios en general. El motivo: al parecer se considera que puede ser, en el corto plazo, el elemento definitorio de la popularidad y de la viabilidad de la administración Castillo.
Durante varias actividades en la presente semana, Castillo ha comenzado a construir el relato chavista de la crisis (reeditando el libreto que utilizó Hugo Chávez en Venezuela) señalando que la subida de los precios tiene que ver con “la especulación de los monopolios”, y que esta semana habría sorpresas en los precios de los alimentos y del gas. Es decir, que el control de precios como política gubernamental es una posibilidad.
El señalado libreto parece tan importante para el Ejecutivo que Castillo afirmó que su administración “iba a acabar con el monopolio del oxígeno”, sin mencionar que entregaba una planta de oxígeno donada por la minera Buenaventura. Demagogia y falta a la verdad en un mismo acto.
Ahora bien, ¿por qué suben los precios? Es indudable que un factor es la trepada del dólar, ante los anuncios de Castillo de convocar una constituyente y la designación del Gabinete Bellido. Los ciudadanos y empresas, frente a la voluntad de cambiar el modelo económico, abandonan el sol y se refugian en el dólar como una manera de salvar sus propiedades y ahorros. Ante la demanda, el dólar sube en el preciso momento en que debería estar a la baja por los superprecios de los minerales, sobre todo el cobre.
El otro factor a considerar es el incremento de los precios por la reactivación de la economía mundial: del petróleo, del gas, del maíz y del trigo, entre otros productos. Si bien el Perú produce gas, los contratos de concesión inevitablemente tienen que considerar los precios internacionales, que se han incrementado en 45% por la demanda de Asia. A este hecho se le debe sumar la subida del dólar por factores internos.
Hay entonces un componente internacional en el incremento de precios; pero es evidente que el anuncio de Castillo sobre el cambio de modelo económico es la causa determinante del deterioro de la economía. Ante esta situación, en el Ejecutivo existe la consciencia de que se debe construir un relato para ganar simpatías circunstanciales en los sectores populares.
En ese sentido, ha surgido el discurso en contra de los supuestos monopolios y los ensayos sobre control de precios. Vale recordar que es la misma receta que aplicó Hugo Chávez luego sus anuncios de cambiar el modelo: se acusó el empresariado de sabotear la economía y se avanzó en el camino del control de precios y las regulaciones de mercados.
El gran problema de la administración Castillo es que embarcarse en ese camino controlista, realmente, puede representar el final de este gobierno. No solo porque se violaría la Constitución y la legalidad, sino también porque plantear un sistema de control de precios en una sociedad con mayoría de mercados populares puede desatar una verdadera revolución social en contra.
Como todos sabemos los mercados emergentes y populares de Lima, Juliaca, Huancayo y otras ciudades, existen porque la informalidad permite la “libertad económica”. De otro lado, todos sabemos que cerca del 70% de la economía permanece en la informalidad.
El proyecto totalitario de Castillo necesita acabar con los mercados formales e informales; necesita destruir la inversión privada grande, mediana y pequeña, para aumentar pobreza y el descontento social.
Si se destruye el sector privado y se extiende el hambre, entonces el Estado, las expropiaciones y las estatizaciones, pueden aparecer como alternativas desesperadas.
Sin embargo, antes de que eso suceda, estamos seguros de que los mercados emergentes y los sectores populares detendrán cualquier intención de colectivizar la economía.
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