Desarrollo y sistema previsional

El peligro de confundir votos con reforma

En los últimos 25 años los debates económicos y sociales se han concentrado en cómo reducir la pobreza y la desigualdad. Los pobres ahora solo representan el 22% de la población y, si bien no estamos en el Paraíso, los avances económicos y sociales no tienen comparación en nuestra historia republicana.

No obstante ahora las propuestas convergen en cómo disponemos al país para continuar en la senda del crecimiento y la reducción de pobreza y surge el asunto de la competitividad: no se puede crecer sin resolver los problemas institucionales, los déficits en infraestructuras, los retrasos en la reforma educativa y del sistema de salud. Es el debate de una sociedad de ingresos medios que pretende organizarse para el desarrollo.

Uno de esos debates de fondo tiene que ver con el sistema previsional. No hay sociedad moderna, ni desarrollada, sin una propuesta de sistema previsional, sobre todo, cuando la longevidad como resultado del avance del bienestar y de los sistemas sanitarios, comienza a ser un fenómeno planetario y del Perú. Todos los estudios demográficos nos señalan que en las próximas décadas la mayoría estará compuesta por ciudadanos de mayor edad. La sociedad no puede renunciar, entonces, a abordar este fenómeno que atravesará a toda la vida social.

En los últimos 25 años, frente al fracaso del estatal Sistema Nacional de Pensiones (SNP) en el siglo XX, se delineó una reforma inicial y se creó el Sistema Privado de Pensiones (SPP) a través de las AFP. El tiempo demostró que las cuentas individuales administradas por las AFP representa un avance significativo frente al sistema de reparto estatal en el que los aportes activos solo suman un tercio del total de pensiones otorgadas. La idea de una cuenta individual evita, por ejemplo, la tragedia del sistema estatal que condena al trabajador que aporta menos de 20 años a no recibir pensión alguna. Si usted ha aportado 19 años habrá echado todo su fondo al agua.

El sistema de fondos de cuentas individuales administrado por privados aleja también la tentación estatista de los gobiernos de embolsicarse el dinero de los trabajadores para destinarlos a “obras” y políticas clientelares.

No obstante los avances que representa el sistema de AFP, es evidente que la política previsional ha fracasado porque el 70% de los trabajadores están excluidos de los dos sistemas, por ser informales. Es urgente iniciar un debate serio sobre las reformas pertinentes que deberían buscar más competencia entre las empresas administradoras de los fondos.

El contexto adverso a la formalización y la falta de competencia en el SPP ha impulsado a los políticos a lanzar latigazos en contra de las AFP, pero, en la práctica, semejantes golpes terminan exculpando la debacle del SNP. Y es que los políticos están cazando votos y desarrollando sus estrategias electorales, pero de ninguna manera están pensando en una reforma integral del sistema previsional del país.

De allí que desde este portal volvemos a invocar a los candidatos y a los políticos a no confundir una reforma tan sensible para el futuro del país con una campaña electoral. La Comisión de Economía acaba de aprobar una reforma permitiendo que los fondos de las personas mayores de 65 años puedan ser retirados. Al margen de lo apropiado o no de la iniciativa, las elecciones son el peor momento para reformar cuestiones sobre el desarrollo y el futuro del país. Todo debería postergarse hasta que se desarrollen las elecciones.

Es diferente promover que florezcan propuestas y se intercambie argumentos en medio del fragor electoral. Para eso deberían ser las elecciones.