¡COPAMIENTO HUMALISTA DEL EJÉRCITO!

Enrique Bernales denuncia manipulación en ascensos

El constitucionalista Enrique Bernales, quien presidió la comisión encargada de investigar los ascensos en las Fuerzas Armadas, en entrevista en  Perú 21, acaba de sostener que en los ascensos en el Ejército durante el gobierno de Ollanta Humala se violaron la Constitución y las leyes, y se ignoró la antigüedad y el cuadro de méritos de la oficialidad. Decenas de oficiales fueron pasados al retiro arbitrariamente con el objeto de favorecer a los allegados del poder de turno. A entender de este portal, la democracia y los demócratas no pueden observar de costado la manera cómo se organizó el Ejército durante el quinquenio humalista.

Durante el gobierno nacionalista se promulgaron el Decreto Legislativo 1143 y el Decreto Supremo 009 que favorecieron los ascensos —claramente políticos— de la promoción de Ollanta Humala (1984) y de Antauro Humala (1985). Con dichas normas ya no se necesitaron cinco años para ascender en los grados militares, sino solo cuatro. Se podía pasar de brigadista a general de división con apenas un año. Semejante información está ampliamente documentada en el informe de la mencionada comisión, y la administración PPK y el Ministerio de Defensa ya deberían haber reaccionado ante la evidencia.

El problema es que los oficiales que se saltaron con garrocha los cuadros de antigüedad y orden de méritos tienen techo hasta el 2023. El general Luis Ramos Hume, comandante general del Ejército, fue nombrado en el cargo con apenas un año de general de división, no obstante que la práctica indica que se debe tener cuatro o cinco en calidad de divisionario. Creemos que el gobierno debería hacer algo que dé una clara señal de reinstitucionalización en las Fuerzas Armadas, más allá —según el propio Bernales— de que en La Marina y en la FAP se respetaron la antigüedad y el orden de méritos en los ascensos.

Vivir en democracia es un permanente aprendizaje. En los noventa contemplamos absortos las terribles consecuencias del copamiento de la promoción de Vladimiro Montesinos de los principales mandos del Ejército. Luego también vimos cómo generales de tres y cuatro estrellas eran procesados y sentenciados por diversos delitos. ¿Por qué extraña razón, entonces, ahora los demócratas tendríamos que permanecer indiferentes ante el copamiento humalista del Ejército?

Pero la denuncia de Bernales también nos recuerda la importancia que jugó la actitud de un amplio bloque político y social, que se opuso al proyecto autoritario de la reelección conyugal, en la preservación de nuestra democracia, que avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones. Al respecto, Bernales señala que luego de juramentar como jefe de Estado, Humala participó en una ceremonia en el Pentagonito en la que sostuvo que el programa de la Gran Transformación seguía adelante —no obstante que había firmado la Hoja de Ruta— y que requería, por lo menos, quince años para implementar “su programa”.

Los politólogos de izquierda y el radicalismo antifujimorista en general suelen escamotear su responsabilidad en haber encumbrado a una expresión del montesinismo de los noventa a través de la elección de Ollanta Humala. Hoy las denuncias y los documentos que presenta Bernales nos señalan que en el quinquenio pasado hubo un proyecto autoritario que no prosperó por una mayoría nacional que hizo escuchar su voz con absoluta claridad. Y la manera cómo se controlaron los mandos del Ejército con los allegados humalistas es una copia fiel del software que utilizó Montesinos en los noventa. ¿Qué pasa con los medios, los políticos y el Congreso?