Se ha vuelto un lugar común denostar del actual Congres...
Otro triunfo general de los comunistas, que han logrado que se apruebe una nueva Ley de la Trabajadora del Hogar que crea “derechos” que la mayoría de familias que solía contratar el servicio de estas ciudadanas ahora no podrá pagar. Sobre todo en medio de una megarrecesión que se devorará por lo menos el 15% del PBI, que ya ha destruido cerca de siete millones de empleos y que arrojará a alrededor de un 30% de la población debajo de la línea de la pobreza.
La nueva ley aprobada por 117 votos, un voto en contra y cero abstenciones, establece que las trabajadoras del hogar contarán con un sueldo entero –ya no la mitad– por gratificaciones de Fiestas Patrias y navidades, y 30 días de vacaciones. Considerando que las familias peruanas han empezado un empobrecimiento general por los yerros del Ejecutivo en el manejo de la pandemia y la recesión, y que además estaban invirtiendo en electrodomésticos para ahorrar gastos y como manera de enfrentar la recesión y la ola de contagios por el Covid-19, ¿qué posibilidades le restan al casi medio millón de peruanas que trabajaban en esta actividad? Es evidente que solo las familias pudientes (cerca del 10% de la sociedad) podrán contratarlas con las nuevas disposiciones promovidas por los comunistas.
El otro camino que los peruanos suelen adoptar con estas leyes que declaran derechos al margen de las realidades sociales y económicas es ya conocido: la informalidad aumentará a niveles impensados, o quizá todo se reduzca a la informalidad. Qué ciudadana con familia y hambre, y sin trabajo, no aceptará las condiciones impuestas por la informalidad. ¡La brutalidad colectivista no tiene límites!
Pero esta ley no solo destruirá las posibilidades de empleo formal de las trabajadoras del hogar, sino que es un verdadero atentando contra las mujeres en general. Imaginemos a las familias con niños pequeños, que tienen ingresos mensuales que sobrepasan los S/ 3000 soles en base a los aportes mensuales del padre y de la madre. Si no están en condiciones de sortear la legalidad creando informalidad en las contrataciones de las trabajadoras del hogar, entonces más racionalidad económica tendrá que la mujer deje de trabajar y se dedique al cuidado de los niños. Es decir, esta ley no solo destruye el empleo de las trabajadoras del hogar, sino que atenta contra la condición de la mujer y pone en peligro a los más débiles de la familia. A menos que existan los koljoses colectivos de los comunistas en donde el Estado alimenta y cuida a “las colmenas del futuro”.
Pero eso no es todo. ¿Hasta dónde llegarán los comunistas en su intento de destruir el empleo de medio millón de trabajadoras del hogar? Otro de los problemas de las familias es el cuidado de los ancianos postrados que agonizan en sus lechos de enfermos. Pregunta: si se aplicaran los criterios de esta ley, ¿acaso las familias estarían en condiciones de contratar técnicas de enfermería para asistir a quienes agonizan? En el sueño comunista, que promueve el individualismo más abyecto, los ancianos deben pasar sus últimos días en las residencias geriátricas para que la idea de familia, simplemente, desaparezca de la sociedad, tal como lo sentenciaban los escritos de Marx y Engels.
La Ley de las Trabajadoras del Hogar, aprobada por el Congreso, es una de las peores barbaries creadas por este Legislativo, que ya comienza a ser inefable, por decir lo menos. No solo destruirá el empleo formal de medio millón de trabajadoras, no solo liquidará las posibilidades económicas y sociales de la mujer, sino que también busca desorganizar a las familias y desprotegerá a los más débiles: a los ancianos y a los niños. El objetivo: destruir las posibilidades de la sociedad y de las familias, y encumbrar al Estado y el devastador sueño colectivista.
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