Autorregulación y libertad de prensa

Sociedad de Radio y TV y Consejo de la Prensa deben pronunciarse

El informe de Cuarto Poder que intentaba vincular a Keiko Fujimori con una operación de lavado de activos —a través de Joaquín Ramírez— y que, además, se respaldaba en una supuesta información de la Drug Enforcement Agency (DEA) hoy se sabe que estaba basado en falsedades. El audio que apoyaba a la “investigación periodística” no existe y la DEA ha negado categóricamente una investigación a la candidata fujimorista.

No obstante que la acusación es falsa, América Televisión y el programa Cuarto Poder no han presentado las disculpas correspondientes ni las rectificaciones que demanda la profesión del periodismo. Los titulares de El Comercio y La República reprodujeron en primeras planas “la investigación en contra Keiko”, pero luego de demostrarse la falsedad de las imputaciones tampoco presentaron las rectificaciones obligatorias. Para quienes cometen el error de hablar de grupos periodísticos en contra de la candidatura fujimorista vale resaltar que el diario Perú 21 —del mismo grupo de El Comercio— ha desarrollado una línea periodística alejada de pasiones y actos políticos que hoy caracterizan a la mayoría de los medios.

¿Por qué insistir en el tema? En este portal no pretendemos asumir el papel de jueces ni adoptar el aire de pontífices del periodismo, vicios en los que suelen caer algunos colegas. El asunto nos parece demasiado relevante para el futuro de la libertad de prensa en el Perú, porque en la medida de que no hay disculpas ni rectificaciones, la autorregulación como pilar del ejercicio de la libertad de prensa está en entredicho. Si The New York Times, The Washington Post y The Boston Globe hubiesen cometido un error parecido al de los colegas de Cuarto Poder las disculpas y rectificaciones no se habrían hecho esperar. ¿Por qué? Porque el ejercicio de la libertad de prensa en las democracias lozanas se basa en la autorregulación.

Todos los autoritarismos y los poderes oscuros suelen invocar el fracaso de la autorregulación en el ejercicio de la libertad de prensa para proponer regulaciones que terminan ahogando a una libertad sin la cual hoy no se entendería la existencia de las sociedades abiertas. Los teóricos de la libertad, incluso, llegan a sostener que la libertad de prensa es la madre de todas las libertades, porque el sufragio electoral puede ser manipulado por las políticas clientelistas de los autócratas que ganan elecciones. No obstante, en la mayoría de los autoritarismos, los caudillos pueden imperar solo cuando quiebran la libertad de prensa.

No es cualquier cosa lo que ha sucedido con este reportaje que desarrollaba una falsedad con una clara intencionalidad política. Esta especie de “golpe de estado” contra la voluntad popular era más que evidente, porque apunta a desacreditar a un candidato del balotaje y, en consecuencia, a favorecer al otro. Semejante acto político solo puede ser equiparable al reportaje que se propaló el 2011 contra el “llamado capitán Carlos” para destruir la candidatura de Ollanta Humala, el intento de desprestigiar al ex presidente Valentín Paniagua y los reportajes que armaba Vladimiro Montesinos para manchar honras sin reparos.

Si entre los propios periodistas no existe la posibilidad de la autorregulación, entonces estamos entregando la libertad de prensa a los autoritarismos y los poderes oscuros. De allí la enorme trascendencia de que la Sociedad Peruana de Radio y Televisión, el Consejo de la Prensa Peruana y organismos de la sociedad civil como Ipys se pronuncien sobre este grave yerro del periodismo y la negativa abierta a presentar disculpas y rectificaciones. A nuestro entender la mejor sanción para un mal periodista es el derrumbe de lectores, televidentes y radioescuchas, pero es necesario decirle al país que el error de algunos no compromete a una libertad que es sagrada.