¡Antimineros pierden en el sur!

El Convenio Específico 2017, entre la Municipalidad Distrital de Chamaca y la empresa minera Hudbay Perú, se hizo realidad luego de que los pobladores del distrito de Chamaca (provincia de Chumbivilcas, Cusco) exigieran a sus autoridades y dirigentes que se firme lo más pronto. El Convenio estuvo detenido por la insistencia de un pequeño grupo de supuestos dirigentes que se propusieron boicotear todo trato directo con la minera. Incluso en varias oportunidades intentaron organizar paros y manifestaciones violentas, alegando supuestos desentendimientos con la empresa y contaminación ambiental. Los pobladores, en diferentes asambleas y reuniones señalaron a los miembros de la mesa de diálogo la voluntad de firmar el acta para la suscripción del llamado Convenio Específico 2017 entre el alcalde de la Municipalidad Distrital de Chamaca, Walter Choquehuanca, y la compañía minera Hudbay Perú.

Con la firma del Convenio —ante la presencia del representante del Ministerio de Energía y Minas, Francisco Ayala, y de la Secretaría de Gestión Social y Diálogo de la PCM, Edgar Fuentes— se dará inicio a importantes obras de carácter económico y social. El aporte voluntario de la empresa canadiense Hudbay permitirá realizar diferentes obras consensuadas entre los presidentes comunales; entre ellas, la creación de la infraestructura del salón cultural de Chamaca, servicios deportivos y recreacionales, reforestación, la preparación del expediente técnico para la llamada “siembra y cosecha de agua” para las diez comunidades campesinas del distrito de Chamaca, y el mejoramiento de las defensas ribereñas en Añahuichi y Chamaca

Con tantos proyectos pendientes, el extremismo antiminero tuvo el cuajo de postergar el bienestar de Chamaca inventando relatos fuera de la realidad, intentando crear conflictos donde no hay, sin presentar argumentos válidos para tomarlos en cuenta. Mauro Timoteo, autoproclamado dirigente del Frente Único de Defensa de los Intereses de Chamaca (FUDICHA), es un conocido antiminero de la zona. No firma el Convenio 2017 y alega que no contiene los proyectos priorizados por su dirigencia. Es decir, el dirigente cree que se debe hacer lo que él dice, sin someterlo a la voluntad de los pobladores. No cree en los procedimientos democráticos, e intenta imponer caprichos totalitarios. Timoteo es de los que abandona las reuniones cuando sus propuestas no son del agrado de la mayoría. Es de los que intenta imponer las “medidas de fuerza” (paros y manifestaciones violentas) para supuestamente lograr apoyo.

Al movimiento antiminero no le interesa resolver los problemas de las comunidades ubicadas dentro de la zona de influencia minera. Su interés es político. Su interés inmediato es ganar espacios en las próximas elecciones locales y regionales, preparándose desde ahora para las elecciones presidenciales del 2021. Por donde van niegan la transformación de los poblados andinos gracias al aporte minero. Por ejemplo, por cada empleo directo formal en la minería se crean siete nuevos empleos indirectos, que reducen la pobreza en los rincones más alejados del país. Familias enteras se están dedicando a proveer bienes y servicios, constituyendo pequeñas empresas para ingresar al círculo virtuoso del crecimiento.

Los antimineros son parte de la red antisistema que ataca constantemente al desarrollo del Perú. Organizan foros, conferencias e inventan encuestas, como la realizada por la ONG Cooperacción, en la que le hacen decir a sus “encuestados” —de manera mentirosa— que la minería “genera poco o nada de empleo en la región, que aporta poco o nada al desarrollo de su ciudad”. Con el cuento de proteger los recursos naturales pretenden detener todas las actividades mineras, forestales, pesqueras y de hidrocarburos para hacer colapsar la economía nacional, para discursear en contra del sistema de libre mercado e imponer uno de corte totalitario, como el de Cuba o Venezuela, en donde la dignidad del hombre es pisoteada por las dictaduras socialistas.