¡A organizar la gobernabilidad!

La censura y la responsabilidad de pepekausas y fujimoristas

Todo indica que hoy la mayoría legislativa fujimorista y la bancada aprista aprobarán la censura del ministro de Educación, Jaime Saavedra. Ríos de tinta han corrido sobre las razones de la censura y las defensas del titular censurado y, de una u otra manera, hemos asistido a una verdadera hoguera de pasiones. Bueno, es hora de voltear la página, de dejar que los pocos se consuman en sus pasiones, y organizar la gobernabilidad de la República, que avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones y que ha reducido la pobreza a solo un quinto de la población.

Para organizar la gobernabilidad debemos recordar algo fundamental: a diferencia de la guerra —en la que se busca eliminar, excluir al adversario—, la democracia y la política moderna se inventaron para que rivales irreconciliables construyan una comunidad política. Por lo tanto, nadie puede excluir a nadie. Y también debemos recordar que la política democrática es, sobre todo, cooperación antes que confrontación y polarización.

La censura de Saavedra, de alguna manera, nos recuerda que el fujimorismo es la mayoría absoluta del Legislativo y que nadie puede pensar en vetar el derecho, conseguido en las ánforas, de la mayoría parlamentaria a ejercer su condición de tal. Pero dicha censura también nos señala la enorme e irrenunciable responsabilidad del movimiento naranja de organizar la gobernabilidad.

El virtual choque de poderes que hemos contemplado, entonces, nos señala que no es suficiente otorgar el voto de confianza al Gabinete, delegar facultades legislativas, aprobar el presupuesto, sino que se necesita una cumbre entre PPK y Keiko Fujimori para organizar la precaria gobernabilidad sin que el movimiento naranja renuncie a su papel opositor. En este contexto, nos preguntamos, ¿aceptará Keiko reunirse con PPK? Si no lo hace ya empezó a perder las elecciones del 2021.

En el caso de la administración PPK, es hora de marcar claras distancias con los apasionados que aconsejan disolver el Congreso. Distanciarse del antifujimorismo radical y antidemocrático es fundamental para organizar la convergencia entre pepekausas y fujimoristas y garantizar la gobernabilidad. Si PPK y el Presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, creen que pueden seguir flotando en la política de alianzas de la segunda vuelta no habrán extraído las lecciones de la censura de Saavedra y cualquier llamado al diálogo será un saludo a la bandera. ¿Se atreverá PPK a alejarse del antifujimorismo radical y antidemocrático para convocar públicamente a una cumbre a Keiko Fujimori? Si no lo hace el naufragio y el desmoronamiento de la nueva administración se divisará en el horizonte.

El pepekausismo y el fujimorismo deben entender la delicada situación del Perú como sociedad de ingresos medios. Estamos en el preciso momento en que los logros alcanzados en expansión económica y reducción de pobreza nos impiden seguir creciendo a tasas altas y continuar arrinconando a la pobreza, si es que no se avanza en las reformas de segunda generación: resolver los graves problemas institucionales, eliminar las sobrerregulaciones y las murallas burocráticas; avanzar en solucionar los déficits de infraestructuras y recuperar el tiempo perdido en la reforma educativa y sanitaria. Ninguna de estas reformas serán posibles si el pepekausismo y el fujimorismo no se ponen de acuerdo

Siempre vale recordar que las sociedades de ingresos medios que no desarrollan reformas se desbarrancan en la llamada “trampa de ingresos medios”, en la que el crecimiento se lentifica y se vuelve a aumentar la pobreza, hasta que se dibuja el fantasma de la recesión; tal como sucedió, por ejemplo, en Venezuela, Argentina y Brasil. Y siempre vale recordar que un escenario de ese tipo solo favorecería al antisistema: a Gregorio Santos, Verónika Mendoza, a Antauro Humala y a los afiebrados narcisistas que sueñan con disoluciones legislativas.