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Chile: ¡La derecha ganará, pero la izquierda tiene la hegemonía cultural!

El país del sur, el mejor laboratorio de la estrategia cultural de la izquierda

Chile: ¡La derecha ganará, pero la izquierda tiene la hegemonía cultural!
  • 17 de noviembre del 2025


Al cierre de esta edición los resultados oficiales señalaban que Janet Jara,  la candidata de la izquierda chilena, había alcanzado el 26.58% de los sufragios, mientras que José Antonio Kast del Partido Republicano conseguía el 24,32%%, seguido por el candidato populista Franco Parisi, con 18.84%. Y en cuarto lugar quedó Johannes Kaiser, del partido Nacional Libertario, con 13.94%. De esta manera Jara y Kast pasan a la segunda vuelta y, según las más diversas proyecciones, Kast sería elegido en la segunda vuelta con el apoyo de todos los candidatos de la centro derecha (Kaiser y Evelyn Matthei por la coalición Chile Grande y Unido)

Más allá de las evidentes posibilidades de la centro derecha de ganar las elecciones en la segunda ronda, es imperioso preguntarnos cómo así el país con el mayor porcentaje de clases medias (alrededor del 70%) y con una pobreza monetaria que no supera el 6.5% ha decidido otorgar semejante porcentaje de votos a Janet Jara, la candidata de la izquierda, militante del histórico Partido Comunista de Chile y quien se niega a condenar a Cuba y Venezuela como dictaduras totalitarias. ¿Cómo explicar semejante contradicción? ¿Acaso las escuelas económicas de las mejores universidades de Estados Unidos no solían sostener que cuando una sociedad multiplica su PBI y alcanza un nivel per cápita alto, generalmente, es imposible la involución hacia el estatismo? 

Chile tiene el segundo per cápita más alto en la región, luego de Uruguay. Y si bien el país del sur no  ha involucionado hacia el colectivismo, es una sociedad económicamente frenada con crecimientos anuales que no superan el 2.5% en promedio y con un aumento exorbitante de la deuda pública (se acerca al 50% del PBI). En medio de la fuga de capitales y el frenazo económico la desinstitucionalización del Estado de derecho en Chile es alarmante, sobre todo en cuanto al desborde de la ola criminal en la sociedad. Chile es una sociedad desinstitucionalizada y, sorprendentemente, atacada por el crimen organizado y la guerrilla mapuche en el extremo sur del país.

La desorganización en Chile, incuestionablemente, empezó con el llamado octubrismo en el 2019, que desembocó en la convocatoria de una asamblea constituyente. La mayoría rechazó los dos intentos de aprobar una nueva Constitución –se decidió por la Constitución histórica– mientras elegían a Gabriel Boric como uno de los peores presidentes de Chile.

A pesar de todos estos yerros, la izquierda, en la versión comunista más doctrinaria, acaba de ganar la primera ronda por algunos puntos a considerar. Semejante resultado se llama hegemonía cultural. ¿A qué nos referimos? Las izquierdas han organizado las principales narrativas y sentidos comunes que asume la sociedad –incluidas la mayoría de las derechas–, sobre los temas de la igualdad y la desigualdad, los asuntos de género y los “límites del modelo neoliberal capitalista”.

En Chile, como en cualquier país hispanoamericano, mientras la derecha promueve las inversiones, el crecimiento y la reducción de pobreza, la izquierda adoctrina a las nuevas generaciones y promueve las leyendas negras sobre la historia para fundamentar “su propuesta descolonizadora” en base al concepto etéreo de los pueblos originarios. Igualmente se plantea “la igualdad absoluta” y se demoniza al empresariado como la fuente de todos los males y tragedias. Y, finalmente, se agregan las narrativas sobre la ideología de género y la libertad.

En Chile, por ejemplo, la hegemonía de las izquierdas no solo se limita a las universidades y las organizaciones que representan a las élites, sino que también, a nivel de los colegios, se forman pioneritos para el futuro, para el mañana colectivista, según la estrategia bolchevique. En este contexto, cualquier triunfo de las centro derechas en Chile y en cualquier país hispanoamericano solo será parte del eterno péndulo entre ambos sectores. En otras palabras, inestabilidad y falta de predictibilidad, los peores enemigos de la libertad y el desarrollo.

Es evidente que sin guerra cultural no hay futuro para la libertad. Ahora que China desarrolla un capitalismo de Estado audaz, ahora que algunos estados árabes e islámicos, como Arabia Saudita y Qatar, se suman al capitalismo y las revoluciones científicas, habría que sostener que sin guerra cultural no existirán libertades en Hispanoamérica.

  • 17 de noviembre del 2025

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