Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
Durante la conferencia “Importancia de la iniciativa privada en la educación superior”, organizada por la Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (FIPES), realizada la última semana de octubre, se establecieron los retos de la educación peruana para el milenio presente. La “simulación” —entre el avance de la robótica, genética, longevidad de la población, la globalización y la competitividad de las sociedades cada vez más abiertas— fue uno de ellos.
Los artilugios electrónicos, a disposición de casi la totalidad de la población mundial, permiten hoy simular toda actividad humana, desde la construcción de estructuras mecánicas de manera tridimensional y viajes espaciales hasta intervenciones quirúrgicas de alto riesgo. Por esta modalidad, y a través de Internet, la expansión del conocimiento es una realidad. La educación a distancia (o virtual) es un instrumento educativo popular y de gran necesidad para el desarrollo del país.
Hoy, los cambios de la sociedad —como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos— suceden cada vez en periodos más cortos. Por el conocimiento y la sistematización de la producción, las estructuras sociales se están modificando con mayor rapidez. La enseñanza, en todos sus niveles, ha dejado de ser estática, rígida, normalizada y controlada por un ente superior que pretenda dirigirlo todo por un pensamiento único. La escuela presencial se ha quedado en el siglo pasado, junto a las autoridades que establecen reglas fuera de la órbita del pensamiento diverso de los jóvenes.
La educación a distancia —caracterizada por ser multimodal, veloz, flexible y cambiante— rompe con las limitaciones y la homogeneización de la enseñanza impuesta por una autoridad que no se percata de las inmensas posibilidades educativas por delante.
Con la educación a distancia los estudiantes y profesores ajustan sus estudios y enseñanza a su ritmo de vida, tan veloz, cambiante y signado por las preferencia personales. Los estudios virtuales son una ventaja enorme para los estudiantes de segunda o tercera profesión. Además, con la educación a distancia los alumnos tienen la posibilidad de visualizar cuantas veces quieran las grabaciones de sus clases. Asimismo, pueden interactuar con el profesor, compañeros de curso y otros estudiantes con mayor facilidad, confianza y frecuencia (a la hora que quieran).
Sobre las enormes ventajas de la educación a distancia, sobresale la inclusión, porque se resuelven los problemas de distancia y disponibilidad de infraestructura educativa y de profesores. Los procesos de alfabetización en lugares remotos, inaccesibles y de condiciones adversas, son posibles mediante Internet. Por esta razón, las obras excepcionales provenientes del canon minero y de hidrocarburos deberían establecer conexiones de Internet, instalando la mayor cantidad de antenas para alcanzar a los pueblos alejados. Esa es la gran tarea. Los pueblos del Pacífico asiático hace cincuenta años eran aldeas de campesinos y pescadores; hoy son metrópolis, modelos de competitividad tecnológica y de mercados abiertos.
Con la nueva Ley Universitaria (Ley Nº 30220) existe la posibilidad de la educación a distancia. No obstante, como señalamos líneas atrás, establece criterios fuera de la realidad del mundo contemporáneo y de las demandas de los estudiantes. Uno de esos criterios en el pregrado es la acumulación de números de créditos estudiados de manera presencial. ¿Cómo exigirle a un estudiante ashaninka cumplir con este requisito para graduarse de la misma manera como lo hacen otros estudiantes del país? ¿Dónde queda la inclusión que tanto se pregona? ¿Qué hace el Ministerio de Educación para incluir? ¿Por qué no promueve la educación a distancia?
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