Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
Una de nuestras mayores “ventajas competitivas” como país es la abundancia de recursos hídricos. Perú ocupa el octavo lugar entre los países con mayor disponibilidad de agua en el mundo. Sin embargo, y como sabemos, en gran parte del país, predominan los paisajes desérticos, mientras que el 99% del agua dulce de que disponemos no es utilizada y finalmente termina en el océano. Por eso resultan tan necesarios los grandes proyectos hídricos, represas para acumular agua para con ella regar los desiertos y, a la vez, generar energía hidroeléctrica. Actualmente los proyectos de este tipo más importantes, y que el Ejecutivo dice estar impulsando decididamente son Chavimochic III, Majes Siguas II y Chinecas. Gracias a esos proyectos se podrían generar más de 150,000 nuevas hectáreas (ha) de terrenos cultivables.
De esos proyectos hídricos, sin duda el más importante para el sur del Perú es Majes Siguas II, que consiste en la construcción de una represa en el río Siguas, en la región Arequipa, para una gestión óptima de sus aguas. Su objetivo primordial es como ya hemos señalado doble: abrir tierras fértiles para la agricultura y generar energía, a través de dos centrales hidroeléctricas (Lluta y Lluclla), para abastecer de electricidad a toda la región.
Las proyecciones de inversión para la ejecución del proyecto Majes Siguas ascienden a US$ 654 millones, con un impacto estimado en el valor agregado de la economía de aproximadamente S/ 4,300 millones a largo plazo. En cuanto a la creación de empleos, se estima que la etapa de construcción del proyecto Majes Siguas II generará alrededor de 83,000 empleos, compuestos por 48,000 puestos directos y 35,000 puestos indirectos.
Por otro lado, cabe resaltar que en nuestro país existen aproximadamente siete millones de hectáreas dedicadas a la actividad agrícola: pero tan solo 250,000 ha se emplean para la agricultura moderna, representando el 5% de la extensión agrícola total. El otro 95% de los terrenos rurales está en manos de más de dos millones de minifundistas, cada uno de ellos con terrenos de menos de cinco hectáreas. No obstante, bajo el imperio de la Constitución de 1993, los 22 tratados de libre comercio y la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360), en ese 5% de nuestros terrenos dedicados a la agroexportación el Perú llegó a convertirse en un verdadera potencia agroexportadora que enviaba productos a casi todos los continentes.
En general, es de suma importancia que las nuevas 150,000 hectáreas cultivables generadas por los proyectos hídricos sean usadas para la agricultura moderna, con lo que se incrementarían en un 60% los terrenos dedicados a las agroexportaciones, y se impulsaría decididamente este próspero sector de nuestra economía. En ese sentido, las nuevas tierras cultivables generadas por Majes Siguas se deben distribuir en parcelas de más de 200 ha, para estimular la inversión y la adopción de tecnologías avanzadas, así como para también impulsar el crecimiento de cadenas agroexportadoras que pueden inyectar vitalidad a la economía regional.
No obstante la posible concreción de los proyectos hídricos mencionados, las inversiones en el sector agrícola enfrentan un obstáculo sustancial: la ausencia de la derogada Ley de Promoción Agraria. Esta normativa, que establecía regímenes tributarios y laborales promocionales, fue un pilar fundamental en el desarrollo del milagro agroexportador peruano. Cabe recordar que dicha ley fue derogada durante el gobierno provisional de Francisco Sagasti. La necesidad de aprobar una nueva ley de promociones agrarias radica en que las inversiones agrícolas –especialmente en cultivos como paltas, cítricos y arándanos– demandan un promedio de más de ocho años para alcanzar rentabilidad. Además, estas inversiones se enfrentan inevitablemente a eventos climáticos e imponderables geográficos, convirtiendo la actividad en extremadamente riesgosa.
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