En las últimas décadas, el Perú ha lograd...
El ministro del Ambiente, Juan Carlos Castro, acaba de anunciar el destrabe de 471 proyectos con inversiones proyectadas de US$ 29,434 millones. De confirmarse semejante noticia estaríamos realmente ante una novedad desde el sector Ambiente. ¿Por qué? Porque es la primera vez que, desde el sector Ambiente, se envía un mensaje señalando que la promoción de inversiones también es parte de los objetivos y preocupaciones del despacho ministerial.
En efecto, desde la creación del Ministerio del Ambiente (Minam) el 13 de mayo del 2008, la acción de este sector siempre ha estado asociada a una hipervigilancia de las regulaciones ambientales que, con el desarrollo de las narrativas antimineras y anticapitalistas, se convirtieron en sobrerregulaciones que buscaban detener las inversiones en recursos naturales. Finalmente, luego del bloqueo de los proyectos Conga en Cajamarca y Tía María en Arequipa, de una u otra manera, los sectores anticapitalistas lograron detener la cartera de inversiones mineras del país que hoy sobrepasa los US$ 63,000 millones.
¿Una exageración anti ambiental de sectores de “la ultraderecha”? De ninguna manera. El propio titular del Minam anuncia que se ha comenzado un proceso de simplificación administrativa que se expresa en la emisión de un Decreto Supremo que elimina las duplicidades de funciones entre el Servicio Nacional de Certificación Ambiental (Senace), la Autoridad Nacional de Agua (ANA) y el Servicio Forestal. Asimismo, el titular del sector anunció que se ha emitido otro decreto supremo que reduce el tiempo de admisión de un proyecto a apenas cinco días. Con la sobrerregulación anterior las iniciativas podían demorar hasta cinco años.
Igualmente, vale anotar que el Ministerio del Ambiente y el Ministerio de Economía y Finanzas promovieron el Decreto Legislativo 1668 que posibilita que sectores como Vivienda, Energía y Minas, Agricultura, Transporte empiecen analizar y evaluar todos sus procedimientos y regulaciones para eliminar las sobrerregulaciones innecesarias que bloquean las inversiones. Según ha señalado el titular del Ministerio del Ambiente en el 2013 los procedimientos demandaban hasta tres años de evaluación para la aprobación de un proyecto. Con los cambios normativos en estos procesos se empleará alrededor de 67 días hábiles.
Como se aprecia con absoluta claridad de las propias descripciones del sector Ambiente y los cambios y reformas anunciados por el titular de este ministerio es evidente que las sobrerregulaciones ambientales se convirtieron en verdaderas murallas en contra de la inversión en minería y recursos naturales.
¿Cómo entender este terrible proceso de sobrerregulaciones? La única posible explicación proviene de los relatos y narrativas que empezaron a desarrollar las oenegés anticapitalistas en el Perú, desde inicios del 2000, que señalaban que la minería era una amenaza directa para los recursos hídricos destinados para el consumo humano y la agricultura. Semejantes fábulas se volvieron predominantes en la sociedad y, de pronto, los medios de comunicación comenzaron a repetir estas narrativas y las sobrerregulaciones ambientales en el Estado y la creación de más burocracia se justificaron en el objetivo de contener “el daño ambiental que causaban las empresas mineras”.
Ahora todos sabemos que semejantes fábulas en contra de la minería eran mentiras de principio a fin, porque la minería moderna y las grandes compañías siempre han utilizado los más altos estándares e instrumentos técnicos para preservar el medio ambiente. El asunto se vuelve dramático cuando hoy se comprueba que el bloqueo de la minería formal y moderna, que preserva el medio ambiente, paga impuestos y genera empleo formal, permite un enorme espacio para el desarrollo y avance de la minería ilegal, sobre todo en el oro y el cobre.
Y, como todos sabemos, la minería ilegal destruye el medio ambiente por varios años y décadas, establece alianzas con el crimen organizado y otras economías ilegales. Asimismo, la minería ilegal no paga impuestos ni menos crea empleo formal. Ante semejante estado de cosas, ¿qué nos dicen las oenegés anticapitalistas que, supuestamente, defendían el medio ambiente?
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