Petróleo: A la deriva

Más allá de la refinería de Talara.

Asombra que a estas alturas de nuestra historia, Petroperú pretenda endeudarnos a los peruanos por 2,700 millones de dólares con el propósito de arriesgar ese dinero en el negocio de la refinación de petróleo en Talara. El primer paso ha sido un préstamo de 500 millones de dólares que ya ha sido aprobado por los bancos Scotiabank, Mitshibishi, Deutsche Bank y Bank of Tokyo, según ha informado el gerente de Refinación y Ductos de esa empresa estatal, Miguel Pérez.

Petroperú ha recibido el crédito solamente porque el gobierno le dio un aval de mil millones de dólares. Ambos hechos nos confirman que el Presidente Ollanta Humala está decidido a imponer la idea del estado empresario desempolvando sigilosamente la idea de empresa pública estratégica, no obstante que el estatismo de los sesenta, setenta y ochenta convirtió al 60% de los peruanos en pobres y que esa clase de empresa fracasa en todas sus líneas con la experiencia de Venezuela (récord en inflación, déficit y desabastecimiento),

Si el Perú ha logrado crecer económicamente, y reducir la pobreza y la desigualdad, es gracias a que, entre otros cambios, se deshizo del enorme lastre que le significó tener 170 empresas estatales que daban pérdidas por más de 1,500 millones de dólares al año. A pesar de cualquier argumento, el gobierno insiste en engordar al Estado ejecutando el Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara (PMRT), y para ello ha decidido endeudarnos a los peruanos por los US$ 2,730 millones que tendrá que aportar al proyecto, mientras que el sector privado aportará US$800 millones. El PMRT costará en total la astronómica cifra de US$ 3,500 millones.

Petroperú espera conseguir los otros US$ 2,230 millones que falta financiar a través de préstamos sindicados, emisión de bonos, las llamadas ECAS (Agencias de Crédito a la Exportación), según Pérez.

Si consideramos que el gobierno está aumentando el gasto público ahora que la economía se desacelera y que a la lluvia de millones para Talara debe sumarse a otros US$ 700 millones de dólares que - según Willax TV - se gastarán en comprar armas, la cosa está más negra que el petróleo. Es decir, el gobierno se prepara para una borrachera fiscal cuando la desaceleración hace caer la recaudación. En otras palabras, sin querer queriendo, el régimen podría dinamitar las bondades macroeconómicas que nos han permitido cosechar bienestar. Si tomamos en cuenta que todavía el 23% de los peruanos está debajo de la línea de pobreza y los alarmantes déficits en educación y salud, entonces, la apuesta estatista de Palacio nos suena a una frivolidad ideológica más que podría dejarnos varias estacas clavadas, sobre todo porque, según todos los economistas serios, no hay justificación alguna para embarcarse en el PMRT.

Se ha sostenido hasta la saciedad que el Perú podría importar combustible limpio de las grandes refinerías del planeta para evitar elefantes blancos de acero. Por allí se retruca con el argumento de la independencia energética como si la Guerra Fría continuará o como si alguien creyera que el modelo bolivariano puede partir el continente en dos regímenes económicos. La respuesta es simple: falta de papel higiénico en las casas venezolanas.

Según el gobierno, la refinería reconstruida permitiría producir combustible diesel con mucho menos azufre y aumentar la producción de 60 mil a 90 mil barriles de petróleo procesados al día. El economista español Ricardo Lago ha explicado que la viabilidad de cualquier proyecto de refinación petrolera se mide por su rentabilidad, y que ésta se determina según el costo promedio de inversión por barril diario refinado, que en el caso de Talara, según el modelo aprobado, sería de 39 mil dólares. Lagos pone dos ejemplos concretos: El costo por barril refinado en la refinería nueva de Jamnagar, India, es menos de 10 mil dólares, y en la refinería Prairie de Dakota del Norte (EEUU) es 17,500 dólares. Además, ha recordado que según la Agencia Internacional de la Energía, dicho costo se debe de situar entre 15 y 20 mil dólares. En consecuencia es absurdo invertir en una planta que producirá a un costo de 39 mil dólares/barril. Otro economista, Miguel Santillana, también cuestiona el proyecto señalando que una inversión tan millonaria como la que propone el gobierno en Talara se justificaría solamente si al final de la misma los consumidores peruanos recibieran combustibles de buena calidad a menor precio, y si hubiera la seguridad de obtener utilidades. Las cifras reveladas por Lago indican que ninguna de ambas condiciones se cumplirían. Respecto a la supuesta necesidad de atender un aumento de la producción de crudo, la realidad nos dice más bien que bajo el nuevo gobierno la mayoría de proyectos petroleros están en ascuas. Por ejemplo, la Sociedad Peruana de Hidrocarburos ha informado que existen alrededor de 32 proyectos paralizados por las enredaderas de trámites para conseguir permisos ambientales. La suma total de inversiones de estos emprendimientos es de US$ 2,500 millones. ¿Así se incrementa la producción de crudo? Algo más. Debido a las “protestas sociales” tres compañías extranjeras se han retirado del país.

Más estatismo en medio de una desaceleración que se agrava ya suena a locura, quizá a estrategia sigilosa para quitarle oxígeno a la economía de mercado y permitir que el 2016 vuelvan los discursos del sarcófago ideológico.