Uno de los efectos más perversos de la derogatoria de la Ley de...
Un puñado de activistas ideologizados se han propuesto desactivar los proyectos mineros más importantes del país, entre ellos los comprendidos en el Corredor Minero del Sur (Arequipa, Apurímac y Cusco). El objetivo es detener la producción de cobre para perjudicar la economía del país y señalar que el modelo democrático y de mercado libre ha fracasado.
Apoyados por las ONG seudo ambientalistas, grupos de antimineros azuzan a los pobladores con relatos falsos sobre contaminación del medio ambiente y desentendimientos entre los pobladores y las mineras. A los comuneros les dicen que la explotación minera contamina el agua y consume el recurso hídrico necesario para sus actividades agropecuarias. Lo cierto es que la zona andina es volcánica y mineralizada, y las vertientes acuíferas están contaminadas de manera natural con partículas de minerales debidas al efecto lahar (agua proveniente de las alturas volcánicas) y por las filtraciones y corrientes subterráneas.
La minería moderna y responsable, instalada en el Perú desde mediados de los noventa, cumple al milímetro con los estándares internacionales medioambientales. Y también realiza actividades de forestación y reforestación para mejorar el paisaje de las zonas mineras, e introduce tecnologías para recuperar los relaves y reducir el consumo de agua.
Por ejemplo, en Orcopampa la minería ha dispuesto canchas de totorales para eliminar las impurezas del agua provenientes de las operaciones mineras. Para el proceso se ha instalado tubos y construido canales, pozos y reservorios de agua para reciclar toda el agua utilizada durante la extracción del mineral. Esta actividad es similar a la realizada de manera artesanal por los comuneros de la meseta andina en el Alto Piura. Los campesinos utilizan totorales para limpiar las aguas —que no provienen de las actividades mineras— antes de ser utilizadas en el cultivo, ganadería y uso doméstico.
La compañía minera canadiense Hudbay realiza sus actividades mineras de acuerdo a los más altos estándares de protección al medio ambiente, y también es parte del desarrollo de las comunidades. Cada año, por propia voluntad —consciente de su responsabilidad social—, firma convenios de cooperación (de hasta S/ 3 millones) con las autoridades comunales para ejecutar proyectos vinculados a la educación, salud, cuidados del medio ambiente, actividades económicas de los poblados y asistencia técnica a los gobiernos locales.
Desde el primer día, en 2015, los pobladores apoyados por Hudbay organizaron empresas familiares para ofrecer toda clase de servicios a la mina Constancia: desde hostelería, alimentación y transporte de personal hasta mantenimiento de todo tipo de equipos y maquinarias mineras. Otro de los objetivos de la minera, en coordinación con las autoridades locales, es la disminución de los niveles de desocupación de la población. En este contexto, luego de organizar a las comunidades en la tarea, desarrollaron un ejemplar programa de cierre de la mina. Sobre el desmonte obtenido después de la construcción de la mina, y en otros lugares donde nunca existió vegetación, Hudbay plantó distintas especies vegetales nativas. Después de la construcción de la mina, el objetivo era rescatar y mejorar el medio ambiente sin ocasionar daño ecológico. Por el contrario, se mejoró de manera notable el paisaje de los lugares de influencia minera.
Hudbay está comprometida con las actividades agrícolas desarrolladas por las comunidades. Junto a la Municipalidad Distrital de Livitaca instaló un sistema de riego por aspersión. Mediante el instrumento Obras por Impuestos (OxI), la empresa invirtió S/1.4 millones para regar 60 hectáreas de cultivos, compuestas de pequeñas parcelas dedicadas a la siembra de papa nativa, cebada y hortalizas. El proyecto abarca un sistema de captación de agua, reservorios y cámaras de distribución, hasta 19 kilómetros de conductos de agua.
Todos estos esfuerzos de las mineras en la zona andina corren el peligro de perderse si el marxismo y la izquierda peruana logran detener el proyecto Tía María (Arequipa). Los antimineros después irán por los proyectos Zafranal y Cerro Verde, también en Arequipa, y por Las Bambas y Constancia. La mira es detener la economía, haciendo colapsar la producción de cobre, que representa el 60% de las exportaciones nacional y un 30% de la renta nacional.
COMENTARIOS