Uno de los efectos más perversos de la derogatoria de la Ley de...
El Instituto del Mar del Perú (Imarpe) es la primera organización científica del planeta en preservar la biomasa de los océanos. Por este motivo –lo señalan todos los organismos científicos– la biomasa de anchoveta en el país es igual a la de los años sesenta. El motivo: gracias a las recomendaciones científicas de esta entidad la industria pesquera solo puede extraer el 35% de la biomasa, mientras que existe la obligación de mantener el 65% restante en el mar.
Gracias a los criterios científicos de Imarpe la industria pesquera del país ha contribuido en 1.2% al PBI en promedio en los últimos diez años, ha creado más de 700,000 puestos de trabajo directos e indirectos, y ha generado US$ 2,500 millones en exportaciones en la última década. Sin embargo, y a pesar de estos impresionantes logros, el Ejecutivo a través de un decreto de urgencia ha modificado la manera de designar al presidente del directorio de Imarpe. Aparentemente la nueva norma establece el criterio de que el presidente del directorio se designe por concurso público, y ya no se elija entre los almirantes de la Marina de Guerra, con especialidad en hidrografía y con servicios de más de 35 años en el Estado.
Considerando la guerra ideológica que existe en el Perú alrededor de la promoción o el bloqueo de la inversión privada, ya sabemos en qué terminará la primera organización científica en la preservación de la biomasa marina de los océanos. Es decir, en su politización a favor de la agenda anti inversión que, de una u otra manera, se cruzará con los intereses mercantilistas que buscan depredar nuestros recursos.
Si alguien duda acerca de la tesis de que en el Perú existe una feroz guerra ideológica alrededor del futuro de las inversiones debería recordar todas las leyendas y mitos que se desarrollan en contra de la minería, de la agroindustria, de la industria alimentaria y ahora de la industria pesquera.
La principal leyenda en contra de la industria pesquera señala que el Imarpe promueve la depredación de nuestros recursos marinos y que está al servicio de las pesqueras. Una falsedad de principio a fin, tal como lo señalan el Banco Mundial (BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Comisión Económica para América Latina, entre otras entidades multilaterales. Y, sobre todo, el hecho de que la biomasa de anchoveta del país sea igual a la que existía en los sesenta.
¿El ecologismo radical no tiene influencia en nuestra política pesquera? Un solo ejemplo: durante el gobierno nacionalista de Ollanta Humala se establecieron restricciones para la pesca; por ejemplo en la zona sur, que comparte el mismo zócalo marino con Chile. Mientras en el país vecino la flota industrial puede pescar desde la milla uno (debido a la profundidad del zócalo), en el Perú solo se puede pescar a partir de la milla tres. El resultado: hoy la industria pesquera del sur solo captura 200,000 toneladas de anchoveta; es decir, apenas el 20% de las 700,000 toneladas que antes se solía pescar. ¿Cómo entender semejante política? ¿Acaso los ecologistas radicales buscan favorecer a la política pesquera chilena? Debido a estas erradas políticas siete plantas pesqueras han cerrado entre Arequipa e Ilo y se han perdido miles de empleos.
Por todas estas consideraciones el Ejecutivo y el Congreso a instalarse en las próximas semanas deberían revisar el decreto de urgencia que modifica el sistema de elección del presidente de Imarpe. Finalmente, ¿qué de urgente tiene cambiar la mejor política de preservación de la biomasa pesquera en el planeta? Nadie lo entiende.
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