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Uno de los mayores escritores del siglo XX
Hace exactamente treinta años, el 14 de junio de 1986, falleció el escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), una de las figuras fundamentales de la literatura mundial del siglo pasado. Creador de un estilo y de un universo ficcional propios, Borges fue pronto reconocido universalmente como escritor, especialmente por sus relatos cortos, y durante varias décadas figuró entre los candidatos al Premio Nobel de Literatura, que no se le otorgó por razones políticas. Hombre de letras y de inusual erudición (literaria, filosófica, etc.), quedó ciego hacia los cincuenta años de edad, lo que no fue obstáculo para que siguiera desarrollando su obra. Según el reconocido crítico norteamericano Harold Bloom, Borges es “la mayor influencia de la cuentística mundial de la segunda mitad del siglo XX”.
Borges nació en Buenos Aires, el 24 de agosto de 1899, en el seno de una familia culta, en un hogar en el que se hablaban varios idiomas y que contaba con una excelente biblioteca. Aprendió a leer a los cuatro años, y a los nueve ya hacía traducciones de textos en inglés. A los quince años viajó con su familia radicar a Europa, pues su padre estaba perdiendo la vista debido a un mal hereditario. Pasaron cinco años en Suiza y después se trasladaron a España, donde Jorge Luis comenzó su carrera literaria como poeta ultraísta (vanguardista). Pero sus primeros libros recién los publicaría tras su regreso a Argentina en los años veinte: los poemarios Fervor de Buenos Aires (1923) y Luna de enfrente (1925). Pronto Borges sería ganado por el ensayo, género en el que destacó con libros como Inquisiciones (1925), El idioma de los argentinos (1928), Discusión (1932), etc.
Pero sin lugar a dudas es el cuento fantástico el género “borgiano” por excelencia, pues se puede decir que él lo recreó y le dio su forma actual. Para ello utilizó algunos recursos y estrategias propias del ensayo, que combinó con su erudición y talento poético. La primera muestra de esta narrativa, aunque no del todo madura, fue el libro Historia universal de la infamia (1935), una recopilación, en tono ensayístico, de historias reales. A este libro le seguirían las que son consideradas sus obras maestras: Ficciones (1944) y El Aleph (1949), sólidos conjuntos de cuentos que convirtieron a su autor en una especie de ícono cultural. A partir de entonces Borges entregaría alternativamente libros de los tres géneros literarios mencionados, manteniendo siempre un muy alto nivel de calidad: Otras inquisiciones (ensayo, 1952), El hacedor (poemas, 1960), Elogio de la sombra (poemas, 1962) El informe de Brodie (cuentos, 1970), El oro de los tigres (poesía, 1972), El libro de arena (cuentos, 1975), entre muchos otros.
La “borgesmanía” mundial se inició en Francia, en la década de los sesenta —en 1962 Borges fue nombrado Commandeur de l’Ordre des Lettres por el gobierno francés—, y pronto pasó al mundo de habla hispana y al de habla inglesa, pues en 1965 se le otorgó el título de Caballero de la Orden del Imperio Británico. Sorprendentemente, entre los primeros reconocimientos internacionales que obtuvo el escritor argentino están la Orden del Sol del Perú, en el grado de Comendador (1964). En suma, recibió los más importantes galardones literarios de todo el mundo, incluyendo el Premio Cervantes (1980). Y sobre sus recurrentes e infructuosas postulaciones al Nobel de Literatura, ya en la vejez comentó con mucha ironía: “Yo siempre seré el futuro premio Nobel. Debe ser una tradición escandinava… De todas maneras, es bueno saber que a uno lo tienen en cuenta”.
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