El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
No nos equivocamos cuando en este portal señalamos la urgencia de cerrar aquellos ministerios sin ninguna utilidad social, para reorientar gastos hacia los sistemas de salud y de educación. Cuando nuestros heroicos médicos carecen de equipos de protección especial y cuando no hay respiradores en los hospitales para enfrentar la explosión de las infecciones del Covid-19, el Ministerio de Cultura, con su presupuesto intocable pese a la pandemia y recesión –a diferencia de ricos, clases medias y pobres de la sociedad– comete la frivolidad de promover un documental en donde se ensalza la figura del comunista guerrillero Hugo Blanco. ¡No puede ser!
Nos parece devastador que una de las primeras acciones del nuevo ministro de Cultura, Alejandro Neyra, sea promover la difusión de la película “Hugo Blanco. Río profundo”. Se trata de un documental centrado en la figura del dirigente comunista-trotskista Hugo Blanco (Cusco, 1934), quien en los años sesenta incluso fue condenado a 25 años de prisión por el asesinato de un policía (aunque luego fuera amnistiado por razones políticas).
El documental que cuenta la vida del político comunista ha sido considerado por el Ministerio de Cultura como digno de ser difundido en todo el Perú y con dinero del Estado, “incluso en lugares donde no existen cines ni auditorios”, en palabras de la directora del documental, Malena Martínez Cabrera. Con ese objetivo, el Ministerio ha hecho una convocatoria a nivel nacional a “la sociedad civil, gestores culturales, instituciones, municipios, espacios culturales, colectivos, organizaciones indígenas, campesinas, estudiantiles, microcines y cineclubs” que deseen proyectar la película en estreno en sus regiones.
En la página web oficial de “Hugo Blanco. Río profundo” se dice que es un retrato del “dirigente campesino y famoso trotskista conocido en Europa como el ‘Che Guevara Peruano’: Hugo Blanco… la cineasta busca las huellas del joven de barbas negras, rifle al hombro y puño en alto gritando ¡Tierra o muerte!”. El documental reproduce todo el discurso colectivista que utiliza la pobreza campesina para capturar el poder y establecer sistemas dictatoriales que luego asesinan a los propios hombres del campo e hinchan los cementerios con los disidentes. Y recordemos que definirse trotskista no es poca cosa: es definirse seguidor de León Trotsky, el creador de la estrategia de terror comunista que judicializó a la disidencia y que luego Stalin, uno de los mayores genocidas de la historia, llevó a las cumbres del terror. ¿Qué, pues, está sucediendo en el Ministerio de Cultura?
Por supuesto, con semejante propuesta, el documental se ha paseado por algunos festivales internacionales de cine progresista, que suelen multiplicarse en Occidente por las avanzadas culturales del colectivismo. El mencionado documental “representó al Perú” en el ImagineNATIVE (Canadá), en el Festival Internacional de Cine Documental de Derechos Humanos One World (República Checa), en el LASA Film Festival de la Asociación de Estudios Latinoamericanos y en el International Human Rights Film Festival This Human World (Viena), entre otros; y obtuvo el premio a Mejor Documental Internacional 2019 en el Festival Internacional de Cine Documental de Uruguay Atlantidoc.
Si los burócratas del Ministerio de Cultura admiran la figura del llamado “Che Guevara”, un ejecutor implacable de disidentes en la “revolución cubana”, están en su pleno derecho. Pueden tatuarse la cara del Che en los antebrazos o donde quieran, pueden comprar esa parafernalia guevarista que conmueve a la progresía del siglo XXI llena de culpas inexplicables; pero a lo que no tienen derecho es a utilizar los recursos públicos para promover a un comunista que asesinó policías.
Finalmente, el Perú es un ejemplo mundial en la lucha contra el colectivismo terrorista. En los años ochenta el Estado se alió con los campesinos para derrotar a los guevaras envueltos en la ideología maoísta. Y, finalmente, nuestros médicos se mueren por falta de recursos que burócratas ideologizados utilizan para promover la figura de Blanco.
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