Editorial Cultura

La última tarde: teatro en pantalla grande

La película peruana más premiada de los últimos tiempos

La última tarde: teatro en pantalla grande
  • 04 de mayo del 2017

La película peruana más premiada de los últimos tiempos

En medio de grandes expectativas llegó a nuestros cines La última tarde, la película del director y guionista peruano Joel Calero que ha ganado diversos premios en los festivales internacionales de cine de Lima, Roma, Guadalajara, Valladolid y Punta del Este. Una película con un tema especialmente difícil: la violencia política en el Perú de las décadas pasadas, pero vista desde la perspectiva de una pareja de esposos, ambos ex militantes de un partido de extrema izquierda (senderistas o emerretistas), que se reencuentran después de una muy larga separación. Un ajuste de cuentas sentimental que pretende ser también una revisión de las historia peruana, desde los años ochenta hasta la actualidad.

La pareja mencionada es la de Laura y Ramón, interpretados por los actores Katherine D’Onofrio y Luis Cáceres. Ellos se reúnen después de 19 años de su abrupta separación (aparentemente ambos formaban parte de una célula subversiva, y ella simplemente huyó dejándolo todo) para firmar su divorcio y continuar con sus vidas (ella es una exitosa publicista; él, empleado en una institución financiera) con sus actuales parejas. Como el trámite toma mucho tiempo, deciden dar un largo paseo por las calles de Barranco, conversando inicialmente sobre el presente, pero inevitablemente comienzan los reclamos y los pedidos de explicaciones por el final tan abrupto de la relación. Así irán aflorando algunas verdades que el otro desconocía.

Desde su estreno hace exactamente una semana, La última tarde ha recibido los más encendidos elogios de críticos y columnistas. Rocío Silva Santisteban dice que esta película es “...un diálogo verdaderamente profundo entre dos seres humanos que, con distancia y miedo, empiezan a entender lo que vivieron juntos, la responsabilidad del pasado”. Jorge Bruce dice que “nos sentimos arrastrados por el torbellino de los recuerdos… por esos seres en conflicto con una sociedad atrozmente injusta”. Y el crítico Ricardo Bedoya que “…el tiempo pasado se debate en el presente, manteniendo la continuidad de las acciones, delimitadas en un período cronológico preciso”. Y todos ellos elogian comentan con verdadero entusiasmo las actuaciones de D’Onofrio y Cáceres.

Lo cierto es que la película no es tan buena como la quieren presentar. En primer lugar, se limita casi exclusivamente a la conversación: casi un único encuadre, una toma frontal de la pareja mientras camina por las calles de la ciudad. Algo más propio del teatro que del cine, y que inevitablemente cansará al espectador poco entrenado en las audacias formales de directores como Linklater y Mijalkov (citados como referentes por Bedoya). En otras palabras, no es una película para el gran público, sino específicamente para “conocedores” de cine. Tampoco nos convence la interpretación de la historia de la película como una alegoría de la historia nacional, pues aparte de algunas alusiones bastante obvias y superficiales, el diálogo (tedioso y sin matices) está casi siempre centrado en las historias sentimentales de los personajes. Y lo que se nos muestra de la ciudad (robos, protestas callejeras, diferencias de clases) como telón de fondo de esa conversación, resulta bastante previsible.

No obstante, el mayor problema son los personajes, que en ningún momento nos convencen de ser ex subversivos, ni ideológicamente ni por sus historias personales. Y decepciona especialmente la actuación de Luis Cáceres: duro y casi sin gestos, parece repetir el personaje que suele hacer en la televisión, el limeño de barrio y con harta calle. Cáceres no se ha dado siquiera el trabajo de copiar el acento o las maneras de un cusqueño, algo que sí hizo Pietro Sibille para protagonizar La última noticia (2015), una película de temática y título similar.

Por último, el final resulta injustificado, impostado y fuera de lugar incluso para los comentaristas más entusiastas. En suma La última tarde es otra de las muchas películas elogiadas más por ser “políticamente correctas” que por sus logros artísticos

  • 04 de mayo del 2017

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