Arturo Valverde

Welles encadenado

Semejanzas entre el Perú hoy y los EE.UU. de 1930

Welles encadenado
Arturo Valverde
27 de mayo del 2020


La crisis que vive actualmente el mundo ha repercutido en distintas restricciones a la libertad, acompañadas de medidas coercitivas y de sanciones penales. Al mismo tiempo, mientras miramos los modelos aplicados en países como Suecia, Alemania y España, cabe pensar también sobre la eficacia del modelo peruano desde el 16 de marzo.

Muchos años antes de la actual pandemia, en octubre de 1938, Orson Welles transmitió por radio una dramatización de la novela La guerra de los mundos, escrita por H. G. Wells. Y causó un pánico tremendo entre el público que sintonizó tarde el programa y no logró escuchar la advertencia dada al inicio de la transmisión, que aseguraba que todo era mera ficción: no estábamos siendo invadidos por extraterrestres.

La sociedad norteamericana de 1938 acababa de atravesar una de las peores crisis económicas, como fue el Crac de 1929, con una ola de suicidios incontables, como sabemos según las informaciones de la época. Y aunque pueda ser algo arriesgado el paralelo, lo cierto es que la sociedad de hoy atraviesa también una crisis económica muy dura, y Dios quiera que no conlleve a más muertes. 

Como no soy economista, no podría decir que estemos frente a un crac como el de 1929, pero la opinión generalizada habla de un apagón mundial, lockdown. El mundo se cerró por la emergencia por un buen tiempo, y esto ha incidido en tantas actividades económicas con consecuencias fatales en el empleo de muchos trabajadores. 

En el Perú ya vivíamos una suerte de slow lockdown, en el sentido de que las decisiones en materia energética, por ejemplo la paralización de algunos proyectos mineros –con difusión de audios incluida– y la falta de capacidad para generar empleo en los últimos diez años, ocasionó un efecto similar al freno de un tren: frenamos de a pocos. 

Si un Orson Welles decidiera transmitir una suerte de “Guerra de los mundos” en este contexto de crisis e incertidumbre –nadie sabe qué sucederá el 1 de julio–, ¿se justificaría condenarlo a prisión por alentar el pánico social? Desde luego, una cosa es hablar de extraterrestres y otra del Covid-19, pero me parece que el debate de fondo es el mismo, la libertad.

La idea de una libertad total o plena ha sido siempre un tema de discusión, tanto política como filosófica. El premio Nobel de Literatura Bob Dylan decía que “nadie es libre, hasta los pájaros están encadenados al cielo”. Pero más allá de la poesía de Dylan, y la manera en que ejerce cada quien su libertad, me preocupa más quienes tienen el poder de limitarla y se valen de un sinfín de argucias para recortar ese derecho. 

Otro tema que llama mi atención es el modelo peruano que se ha construido frente a la actual pandemia. Es cierto que no existe una medida universal, única y exitosa frente al Covid-19, y ciertamente el modelo sueco, español y alemán no tendría por qué funcionar necesariamente en nuestro país. Pero tenemos derecho a suponer que a veces la estrategia peruana parece un poco de todo: la salida de niños a la calle parecía reproducir en parte el modelo español, el aparente reinicio del fútbol tenía un aire alemán, el arresto como una medida podría llevar a pensar a algunos en una suerte de modelo ruso o camboyano. 

Esta importación de modelos me recuerda mucho el viejo debate político de los años treinta, acerca de si debía aplicarse a la realidad peruana un modelo político extranjero, o crear uno propio que responda a nuestra realidad. Se sabe que tras la III Internacional, Haya de la Torre entendió que para Perú se requería algo propio; mientras que otros invitados, Mariátegui y Rabines, aceptaron el modelo de la Tercera Internacional. 

Lo cierto es que en nuestro país son miles los trabajadores que necesitan laborar para sustentar a sus familias, día a día. Y son ellos los más perjudicados no solo por esta cuarentena extendida, sino por el “freno de tren” aplicado a la economía peruana desde el gobierno de Ollanta Humala a la fecha. Por tanto esta crisis ha terminado agudizando más nuestra situación.

En Chile, el presidente Sebastián Piñera parece haberse inclinado por algunas medidas de austeridad y determinó reducir los sueldos dorados de la burocracia chilena. Parece que la reducción de sueldos es una medida excluida del modelo peruano –es el caso de ministros, embajadores, gobernadores, parlamentarios y otros similares– a pesar de la austeridad a la que se ven forzadas muchas de nuestras familias en este momento. Ha trascendido en estos días que la reducción de sueldos en el Perú sería únicamente por dos meses y solo 15%, cuando debería ser una medida permanente para reorientar mejor los recursos. ¿Existirá algún país interesado en replicar nuestro modelo? Lo veremos.

Arturo Valverde
27 de mayo del 2020

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