Mario Saldaña
Venezuela: un parteaguas
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Las deudas políticas y económicas del Frente Amplio
El Perú necesita de una izquierda que, además de tener representación en el Congreso y en diferentes instancias de la gestión gubernamental, sea amplia, convocante, con presencia nacional, sólida en sus principios y a la vez consecuente en su actuar. Pero el atributo más importante debería ser su plena identificación, vocación y práctica democráticas. Es más, como comunidad política y opinión pública no debería llamarnos la atención —y por ende, deberíamos ser tolerantes— la existencia de diferencias ideológicas y programáticas dentro de la propia izquierda: política económica, defensa del ambiente, ordenamiento territorial, o determinados derechos civiles, etc.
En lo único que no se puede tranzar es en el respeto a la democracia y a los derechos fundamentales de las personas; en realidad, es un mínimo exigible a cualquier movimiento o autoridad. Lo sucedido ayer y antier con la izquierda parlamentaria lamentablemente pone en cuestión el respeto a ese mínimo en sus filas. Nos devuelve a ese episodio en la última campaña, en el que Verónika Mendoza escamoteó sus críticas al régimen autoritario, antidemocrático y violador de Derechos Humanos que sigue gobernando Venezuela.
Es más, a diferencia de lo esgrimido por el señor Arana y compañía, el pronunciamiento multipartidario ya suscrito hace a un lado al factor ideológico (al que muchos recurrimos) condenando al gobierno de Maduro en tanto izquierdista, socialista y marxista, y más bien señala su condición de violador sistemático de los principios elementales de la democracia y exige el respeto a la vida y la salud de millones de venezolanos que hoy viven condenados al oprobio.
Por si los señores del Frente Amplio no lo saben, le han dicho no a eso. Es decir a la vida, a la salud, al respeto y consideración mínima que un Gobierno le debe a “su” gente. Le han dicho no a condenar la existencia de presos políticos. Le han dicho no a detener la autocracia y el pisoteo de los derechos de la oposición y sus líderes. Le han dicho “no” a levantar la voz contra la violación de Derechos Humanos (tradicional bandera izquierdista).
El tiempo de criticar y denunciar al régimen venezolano por izquierdista, socialista o comunista ya pasó, ya fue. Lo hicimos millones personas en el mundo, por varios años, y no surgió efecto. Ahí sigue atrincherado y enquistado, sin moverse, el chavismo medrando de su Estado y de su gente. Por eso es que el pedido revocatorio es una de las últimas esperanzas que les queda a los hermanos de Venezuela para iniciar el fin de su pesadilla. Y por eso mismo, cualquier persona del planeta que se considere demócrata debería respaldarlo.
O el Frente Amplio no tiene a la democracia como un principio fundamental o la confusión sobre el valor de esta forma de gobierno es muy grande; o acaso lo peor, las deudas políticas o económicas con el señor Maduro y su régimen son tan altas que su concepto de la democracia ha sido enajenado.
Verónika Mendoza —o quien desee posicionar a la izquierda como opción seria, moderna o siquiera democrática de gobierno— tiene aquí su primera tarea antes de llenarse la boca de frases que terminan siendo huecas.
Mario Saldaña C.
@msaldanac
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